Es curioso como a veces la memoria nos evoca recuerdos que han estado dormidos durante años. Ayer me vino a la mente una escena que viví hace más de treinta años, cuando visité Egipto.
Gobernaba entonces Anuar el Sadat, quien fue asesinado por militares extremistas en octubre de 1981, y que decían intentaba una política más aperturista a Occidente.
Mi familia y yo, como turistas europeos que se precien fuimos a visitar las Pirámides. Para mí, entonces estudiante de Arte, suponía una experiencia emocionante. Al bajar del autocar nos vimos rodeados de una nube de niños que nos gritaban y tiraban de la ropa, mientras que repetían la misma frase como un mantra:"One dolar, one dolar"...
De pronto un niño se me quedó mirando, espectante ante el movimiento de mi mano, que suponía iba al bolso para sacar el billete que me pedía. Pero no, lo que saqué fue un caramelo y se lo ofrecí. Por unos instantes sus ojos, de un negro profundo, rodeado de una pestañas igualmente oscuras, se clavaron en mí, indecisos. No obstante alargo su manita, y cogió el caramelo al tiempo que esbozaba una sonrisa. Era un niño muy guapo, de piel morenita y pelo ensortijado....
Y recordando aquella escena pensé en ese niño, que ahora sería un hombre de cuarenta años y que quizás haya colaborado en el cambio que ha sucedido en su país.
Ambos ignorábamos, en ese verano de 1980, el devenir de nuestros pueblos. El mío, después de haber sorteado la amenaza de golpe de Estado un año después de estos sucesos, se ha ido cimentando en un país democrático, en que los derechos civiles están asegurados por la Constitución. El suyo inicia ahora su camino....
Sed felices
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