viernes, 25 de febrero de 2011

De "quien me pone la pierna encima" (o la forma de dar las noticias)


A pesar de que cuento con amigos e incluso familiares que se dedican al mundo de los medios de comunicación, desde hace tiempo me rondaba la necesidad de desahogarme sobre el papel que estos medios están llevando a cabo.
Son muchos los años que me despierto con la radio, a través de la que me llegan, desde temprano la situación ya sea general o más concreta de mi comunidad autónoma; tengo que confesar que desde hace meses la apago nada más levantarme, hastiada de un rosario de "situación nefasta"..."noticia espantosa"..."ligero repunte pero ", etc...es decir machaca, machaca, machaca. Y si hay alguna noticia con un atisbo de optimismo, no preocuparos, que saben perfectamente como darla la vuelta o aderezarla para que resulte intragable.
El último ejemplo ha sido la revolución libia. Es indiscutible que el que un pueblo se rebele contra un dictador y busque su libertad es una muy buena noticia (a pesar de lo sangriento que pueda ser gracias al abyecto Gadafi), y seguramente todas las personas que amamos la democracia estamos viviendo con ilusión, aunque también con prudencia estos procesos. Bueno, pues por si acaso una buena noticia a las 8 de la mañana nos alegraba el día, el locutor de la emisora (¿por qué te fuiste Iñaki?) nos corta el rollo diciendo que esto puede tener unas consecuencias fatales para España, pues nos van a subir la gasolina. Palabra, dijo fatales... O sea que el dilema en que me puso fue pensar que, o me suben la gasolina o que les den morcilla a los libios y que sigan siendo oprimidos....
En serio, ¿No se cansan de ser siempre profetas del desastre?... De seguir así vamos a acabar todos diciendo como aquel de Gran Hermano: ¿Quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?.
Sed felices.

1 comentario:

  1. Elena, ya sabes que una de las características del sujeto egoísta es pensar que el mundo se reduce a las cuatro paredes de su yo. Y todo lo que perjudique sus intereses es malo: los impuestos públicos, los controles de velocidad, la llegada de inmigrantes... El egoísmo es también patrimonio de los medios. Nos falta visión colectiva. Mirar océanos y no contemplar tanto la pecera del salón.

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