domingo, 3 de abril de 2022

HUBO UN TIEMPO

 Hubo un tiempo en que este blog era mi refugio diario, el lugar en donde volcar mis pensamientos, mis temores, mis deseos. Hubo tiempo en el que este espacio me permitió empezar a dirigirme a los demás, a permitir que leyeran mis palabaras antes de publicar mi primer libro.

Han pasado ya doce años desde mi primera entrada. El devenir de mi vida ha ocasionado que me haya alejado de esa costumbre de escribir. Hoy me he dado cuenta de que ha pasado casi un mes desde mi última entrada.

Pero es que los días, las semanas y los meses cada vez pasan más rápido. Ya sé que puede sonar a tópico, pero tengo la sensación de que voy detras de cada momento intentando que me dé la existencia, intentando no abandonar los hábitos que tanto me sirvieron para no perder a veces el sentido de la vida, esa vida que es demasiado corta para ser solo una.

Releo algunas de los artículos de esta bitácora, que llamé en su momento MI VIDA EN TACONES por esa pasión mía por los zapato altos. Paradoja vital es que ahora ya no puedo presumir con tanta altura, mis rodillas se acaban resintiendo.

Bien, pues como digo, hago un repaso y me doy cuenta de que personas o acontecimientos que tanto fueron en su momento en mi vida poco a poco han ido quedándose en ese rincón en donde se van acumulando los recuerdos. Eso me produce una sesación agridulce, ya que, por una parte, fueron importantes en mi vida, pero por otra han terminado siendo solamente un retazo en el lienzo de mi memoria.

Quizá tenga que ser así: quizá tegamos que dejar huecos cuando el interés decae para que otras personas y otros asuntos ocupen esos lugares, y entonces vuelvan a encender la pasión que motive a contar ,a abrir el alma y dejar salir las emociones.

Sí, hubo ese tiempo en el que la vida se me quedaba muy corta, en el que las pérdidas se sucedieron en mi vida y los sentimientos brotaban a flor de piel. Y como ya os he dicho, mis queridos lectores, este lugar me acogió para permitirme empezar encontrarme con aquella que fui y que, por avatares del destino, deje de escuchar.

A  pesar de que ahora deje pasar el tiempo, siempre es consolador pensar que existe este lugar y las palabras para no sentirme sola entonces y ahora.


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