domingo, 29 de noviembre de 2015

Imaginar que todo es posible



En algún punto de la Historia  en el camino, en la vida, a través de todos los obstáculos que nos íbamos encontrando los seres humanos entendimos que debíamos de supervivir, más allá de la mera subsistencia, que teníamos obligatoriamente que encontrar una vía que en algún momento nos permitiera salir fuera de nosotros y conectar con los demás. Y empezamos a narrar acontecimientos alrededor de una hoguera.  que contaban hechos épicos de lucha, de caza, de muerte.
Pero también descubrimos que había algo más que tenía que brotar de nosotros. Los sentimientos y las emociones se nos agolpaban en nuestro interior buscando  la luz del sol, de la luna, el agua limpia de un manantial o las profundidades del mar, una caricia, un beso, el amor o el desamor. Y empezamos a escribir poesía.

No tengo intención de caer en las categorizaciones académicas de definir lo que es la poesía. Son frías y encorsetadas. No nos paremos a pensar si se  utiliza el verso libre o rimado. Estos son recursos de los que se sirve el poeta para llevar a cabo la construcción artística de un poema que se eleva como un arco de una catedral, sustentado en las cimbras de los versos que se asientan sobre sus emociones. Son los pinceles del pintor o el escoplo y el mallete del escultor. Es cierto que la medida ayuda al ritmo, a las imágenes, la aliteración ayuda a la musicalidad, pero si no hay sentimiento profundo, si no hay autenticidad se queda vacío, porque es incapaz  de inspirarnos y de conmovernos.
El ser humano es el único animal que imagina, y la imaginación es el arma más poderosa para poder crear. Una buena poesía es aquella capaz de hacernos imaginar todo aquello que sentimos y de sentir aquello que el poeta imaginó un día.
Leed poesía, sentid la poesía e imaginad que todo es posible.



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