En algún punto de la Historia en el camino, en la vida, a través de
todos los obstáculos que nos íbamos encontrando los seres humanos entendimos que debíamos de supervivir, más allá de
la mera subsistencia, que teníamos obligatoriamente que encontrar una vía que
en algún momento nos permitiera salir fuera de nosotros y conectar con los
demás. Y empezamos a narrar acontecimientos alrededor de una hoguera. que contaban hechos épicos de lucha, de caza, de muerte.
Pero también descubrimos que había algo más que tenía que brotar de
nosotros. Los sentimientos y las emociones se nos agolpaban en nuestro interior
buscando la luz del sol, de la luna, el
agua limpia de un manantial o las profundidades del mar, una caricia, un beso,
el amor o el desamor. Y empezamos a escribir poesía.
No tengo intención de caer en las categorizaciones académicas de
definir lo que es la poesía. Son frías y encorsetadas. No nos paremos a pensar
si se utiliza el verso libre o rimado.
Estos son recursos de los que se sirve el poeta para llevar a cabo la
construcción artística de un poema que se eleva como un arco de una catedral,
sustentado en las cimbras de los versos que se asientan sobre sus emociones.
Son los pinceles del pintor o el escoplo y el mallete del escultor. Es cierto que la medida ayuda al ritmo, a las imágenes, la aliteración
ayuda a la musicalidad, pero si no hay sentimiento profundo, si no hay
autenticidad se queda vacío, porque es incapaz
de inspirarnos y de conmovernos.
El ser humano es el único animal que imagina, y la imaginación es el arma
más poderosa para poder crear. Una buena poesía es aquella capaz de hacernos imaginar todo aquello que
sentimos y de sentir aquello que el poeta imaginó un día.
Leed poesía, sentid la poesía e imaginad que todo es posible.
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