¿Cabría la posibilidad de que, como a Caín, un ser supremo grabara en la frente de los asesinos, de los paranóicos, de los maltratadores, el signo de su infamia? Esa es la única posibilidad que contemplo para evitar escuchar una vez y otra, tras la consecución de un delito que el delicuente parecía un buen chico, que era una persona normal.
Lo escuché al hermano de uno de los asesinos de París, de los terroristas que con una sangre fría absolutamente inimaginable habría programado la muerte de decenas de inocentes: "era un buen chico, una persona normal". Lo escuché ayer referente a un individuo, denominado "el Rambo español", condenado a cuatro años de cárcel por atesorar un arsenal de armas y dedicarse a practicar con ellas, grabándose en vídeo, para luego (además de delincuente es imbécil) subirlo a Internet. También este "buen chico" tenía su casa decorada con tanta parafernalia nazi que parecía la casa de veraneo de las SS. Y como es tan buen chico y tan normal, pues los vecinos de su pueblo piden el indulto.
Buenos chicos, personas normales cosen a puñaladas a sus parejas en plena calle, o matan a sus hijos por venganza , o se deshacen de su progenie recién nacida en un cubo de basura, o abusan sexualmente de niños entre rezo y rezo...
Pues, mis queridos lectores, estoy hasta la peineta de tanto buen chico y de tanta gente normal. Nadie se transforma de la noche a la mañana de santo en Satanás. A lo mejor lo que nos sucede es que, en una sociedad en la que cada uno va a lo suyo, cada vez más individualista, no se nos ocurre pararnos a observar extraños cambios de comportamientos, mensajes a veces subliminales que son señales de alarma que nos dicen que algo no va bien, que algunos no son tan normales como parecen; preferimos mirar a otro lado, más que nada para no complicarnos la existencia, que cada uno en su casa y dios en la de todos...
Sed felices.
Lo escuché al hermano de uno de los asesinos de París, de los terroristas que con una sangre fría absolutamente inimaginable habría programado la muerte de decenas de inocentes: "era un buen chico, una persona normal". Lo escuché ayer referente a un individuo, denominado "el Rambo español", condenado a cuatro años de cárcel por atesorar un arsenal de armas y dedicarse a practicar con ellas, grabándose en vídeo, para luego (además de delincuente es imbécil) subirlo a Internet. También este "buen chico" tenía su casa decorada con tanta parafernalia nazi que parecía la casa de veraneo de las SS. Y como es tan buen chico y tan normal, pues los vecinos de su pueblo piden el indulto.
Buenos chicos, personas normales cosen a puñaladas a sus parejas en plena calle, o matan a sus hijos por venganza , o se deshacen de su progenie recién nacida en un cubo de basura, o abusan sexualmente de niños entre rezo y rezo...
Pues, mis queridos lectores, estoy hasta la peineta de tanto buen chico y de tanta gente normal. Nadie se transforma de la noche a la mañana de santo en Satanás. A lo mejor lo que nos sucede es que, en una sociedad en la que cada uno va a lo suyo, cada vez más individualista, no se nos ocurre pararnos a observar extraños cambios de comportamientos, mensajes a veces subliminales que son señales de alarma que nos dicen que algo no va bien, que algunos no son tan normales como parecen; preferimos mirar a otro lado, más que nada para no complicarnos la existencia, que cada uno en su casa y dios en la de todos...
Sed felices.
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