Decir que el fúbol me importa un pimiento es caer en la reiteración por tantas veces que lo he dicho, pero, es cierto, me importa un pimiento. Por eso ayer sábado, día en que se jugaba la Copa del Rey, encontré muchas otras cosas interesantes a las que dedicarme en vez de ver el partido.
Pero hoy, al leer las noticias, me topo con el hecho de la pitada que se le dio al himno nacional por parte de algunos, imagino que no todos, asistentes. No cabe duda que, como diría el maestro Machado, seguimos siendo un país de charanga y pandereta, además de una incoherencia supina.
No importa que el trofeo que se dispute lleve el nombre del Rey de un país cuyo himno se denosta, no importa, porque se juega con ilusión y cuando se gana se eleva y se celebra con orgullo, aunque minutos antes se haya insultado al himno o a la bandera. Me entero, además, de que es un trofeo que se juega de manera voluntaria. Eso, aquí y en Tombuctú, se llama, repito, in-co-he-ren-cia.
No discuto en absoluto los sentimientos que tenga cada ciudadano respecto a como siente su patria, su territorio, pero no comulgo con las ruedas de molino de la manipulación que supone sacar el espantajo siempre de los nacionalismos cuando hay que despistar de otros problemas más importantes, como es la situación económica o la emergencia social.
En fin, que tampoco merece seguir dando vueltas a esta rueda de molino. En el día a día todos los que sensatamente pensamos que estamos en un proyecto común, que son mucho más las cosas que nos unen que las que nos separan sabemos que esto no es más que un brindis al sol y que no ofende el que quiere sino el que puede.
Felicidades al Barcelona y ...
Sed felices.
Pero hoy, al leer las noticias, me topo con el hecho de la pitada que se le dio al himno nacional por parte de algunos, imagino que no todos, asistentes. No cabe duda que, como diría el maestro Machado, seguimos siendo un país de charanga y pandereta, además de una incoherencia supina.
No importa que el trofeo que se dispute lleve el nombre del Rey de un país cuyo himno se denosta, no importa, porque se juega con ilusión y cuando se gana se eleva y se celebra con orgullo, aunque minutos antes se haya insultado al himno o a la bandera. Me entero, además, de que es un trofeo que se juega de manera voluntaria. Eso, aquí y en Tombuctú, se llama, repito, in-co-he-ren-cia.
No discuto en absoluto los sentimientos que tenga cada ciudadano respecto a como siente su patria, su territorio, pero no comulgo con las ruedas de molino de la manipulación que supone sacar el espantajo siempre de los nacionalismos cuando hay que despistar de otros problemas más importantes, como es la situación económica o la emergencia social.
En fin, que tampoco merece seguir dando vueltas a esta rueda de molino. En el día a día todos los que sensatamente pensamos que estamos en un proyecto común, que son mucho más las cosas que nos unen que las que nos separan sabemos que esto no es más que un brindis al sol y que no ofende el que quiere sino el que puede.
Felicidades al Barcelona y ...
Sed felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario