Reconozco que después de años en los que la actividad política me había absorbido, esta vez me siento un poco distante de toda la campaña electoral que estamos viviendo y que culminará el próximo día 24 de mayo.Seguramente la razón sea que estoy inmersa en otra de mis pasiones, la literatura, y como soy mujer de entregarse en cuerpo y alma, es ésta actividad la que me apresa, alejándome de otras.
No obstante, y ya lo he dicho innumerables veces, amo la política. Me parece una de las actividades más nobles, dirigida a mejorar la vida de las personas.Por eso me sulfura de un manera grandiosa el uso torticero que se da de ella. Claro que puede hacerse porque se consiente.
Llevamos meses desayunando cada día con encuestas con las previsiones de voto, y en todas vuelve a salir aunque no con mayoría absoluta, faltaría más, el Partido popular. Entonces, muchos nos rasgamos las vestiduras y muchos nos preguntamos cómo es posible que gane un partido que ha llevado al país a una situación tan complicada de recortes, de penurias y de estrecheces. Pues gana porque le votan: ni más, ni menos.
No nos engañemos. No somos un país mayoritariamente de izquierdas. Somos un país sin apenas ideología, sin sustrato histórico como ciudadanía. Nos gusta más llamarnos pueblo, en una concepción absolutamente estamental. Y de una manera totalmente posibilista votamos a quien nos saca las castañas más inmediatas del fuego, aunque otras se nos churrusquen del todo. No pedimos más que nos dejen la fiesta en paz y gane nuestro equipo de fútbol.
Se reactiva la economía, dicen, y escucho con espanto que uno de los factores es la construcción. Vuelta a caer en la misma trampa. ¿Dónde ha quedado la inversión en I+D+I? ¿ La nueva marca España?
En pan para hoy y hambre para mañana, mientras el jamón se lo comen otros.
Sed felices.
No obstante, y ya lo he dicho innumerables veces, amo la política. Me parece una de las actividades más nobles, dirigida a mejorar la vida de las personas.Por eso me sulfura de un manera grandiosa el uso torticero que se da de ella. Claro que puede hacerse porque se consiente.
Llevamos meses desayunando cada día con encuestas con las previsiones de voto, y en todas vuelve a salir aunque no con mayoría absoluta, faltaría más, el Partido popular. Entonces, muchos nos rasgamos las vestiduras y muchos nos preguntamos cómo es posible que gane un partido que ha llevado al país a una situación tan complicada de recortes, de penurias y de estrecheces. Pues gana porque le votan: ni más, ni menos.
No nos engañemos. No somos un país mayoritariamente de izquierdas. Somos un país sin apenas ideología, sin sustrato histórico como ciudadanía. Nos gusta más llamarnos pueblo, en una concepción absolutamente estamental. Y de una manera totalmente posibilista votamos a quien nos saca las castañas más inmediatas del fuego, aunque otras se nos churrusquen del todo. No pedimos más que nos dejen la fiesta en paz y gane nuestro equipo de fútbol.
Se reactiva la economía, dicen, y escucho con espanto que uno de los factores es la construcción. Vuelta a caer en la misma trampa. ¿Dónde ha quedado la inversión en I+D+I? ¿ La nueva marca España?
En pan para hoy y hambre para mañana, mientras el jamón se lo comen otros.
Sed felices.
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