Hubo una época en la que escribía todos los días en esta bitácora que ya va a cumplir catorce años. Puedo decir que fue la puerta para intentar proyectos de más envergadura, que me han llevado a día de hoy a publicar doce libros, tanto de poesía como de narrativa, además de varias incursiones en la dramaturgia.
Casi todo me provocaba a reflexionar, a pensar, a expresar aquello que sentía, aquello que me emocionaba, y que surgía de muchas circunstancias, alegres unas, y de pérdida otra. Había veces que las palabras me brotaban con gran facilidad, sin apenas buscarlas.Al cabo del tiempo me doy cuenta de que he perdido esa capacidad de dejarme llevar, de buscar en la escritura aquello que me parecía tan necesario para seguir caminando. Creo que estos tiempos tan llenos de cinismo, de mentiras y de intereses me ha vuelto una persona mucho más escéptica respecto al género humano.
Siempre he sido una mujer optimista, positiva, y mi mayor impulso vital ha sido trabajar para mejorar la vida de los míos y, también, de esta sociedad en la que me ha tocado vivir. Sin embargo, cada día me voy dando cuenta de que muchos de esos valores que me han sostenido ni se tienen en cuenta ni, por supuesto, se agradecen.
Como tantas personas, sobre todo aquellas que tomamos la decisión de ser emprendedoras, he tenido económicamente momentos mejores y peores, aunque nunca me ha faltado para vivir bien. Por eso, por mero agradecimiento, siempre he pensado que tenía la obligación moral de trabajar por quienes no habían tenido la misma fortuna que yo...
Pero ahora, a estas alturas de la película, me he dado cuenta de que estaba confundida. La lealtad, la voluntad de mejorar, la valoración del mérito del trabajo bien hecho, no se tiene en cuenta, frente a los intereses de quienes han hecho de su propio ombligo el centro de su interés.
He de desprenderme de este lastre que me sujeta, que me bloquea la imaginación y me impide volver a tener el alma abierta para sentir, para emocionarme... Para volver a encontrar en la palabra el sentido de mi vida.
Y lo haré... Seguro.
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