domingo, 17 de mayo de 2020

Una dictadura os daba yo

Recuerdo, como si fuera ayer, ciertas escenas que se repetían en mi casa a la hora de comer.

Mi madre y los cuatro hermanos comíamos juntos; mi padre no,  pues su trabajo le obligaba a hacerlo fuera de casa. La mayoría de las veces las comidas transcurrían sin mucha novedad, aunque en ocasiones se producían algunas protestas ante el menú que no era del agrado de los pequeños comensales. Como podéis suponer, mis queridos lectores, sucedía, sobre todo, cuando había verdura. Ante el rifirrafe, mi madre nos miraba uno por uno y sentenciaba: "una guerra os daba yo y pasar hambre".

Esta frase no contenía una maldición maternal, pobrecita mi madre, sino  que señalaba una situación en la que de ninguna manera nadie, nadie, hubiera protestado a la hora de comer. Lo hacíamos, precisamente, porque no teníamos necesidad sino capricho.

En estos último días me he acordado, haciendo un símil, de esta situación, cuando he visto las imágenes y escuchado a ciertos, ciudadanos, políticos y periodistas hablar de que estamos en una dictadura "democrática" (el oximorón es de órdago). Versionando la frase de mi madre les diría: "una dictadura os daba yo y no tener libertad".

Porque la situación que hay en la actualidad en España y una dictadura se parecen, dicho por los castizos, como un huevo a una castaña. No hace falta nada más que darse una vuelta por los periódicos de la derecha para leer ya no falsedades, que haberlas, como las meigas, hailas todos los días, sino las opiniones más descarnadas y crudas contra el gobierno. El mismo hecho de poder  decir que se está en una dictadura es ya un hecho de que esa situación no es real, sino una parafernalia de desgaste antidemocrático al gobierno.

Las escenas que vemos en  ciertos barrios de Madrid son como las que hemos visto en Cataluña, que en los dos lugares estás alimentadas por un nacionalismo trasnochado, insolidario y  alentadas por la misma burguesía, nueva "aristocracia" implementada desde el siglo XIX, cuyo caciquismo de apellidos compuestos de rancio abolengo no soporta que vengan a decirles lo que se puede o no hacer y consideran que la patria o la bandera son suyas  por la gracia de Dios.

En la Guerra Civil había órdenes de no bombardear el barrio de Salamanca de Madrid por parte de los aviones del ejército insurrecto. Allí vivían aquellos que con su capital habían apoyado el levantamiento ilegítimo del 18 de julio de 1936 y que prosperaron durante los casi cuarenta años de dictadura. Ese barrio, ochenta y cuatro años después, quiere tener el mismo estatus ante el confinamiento y la pandemia, como si lo virus entendieran de pedigree borjamari.

No caben razonamiento cuando estamos ante quienes han sustituido la lógica por la rabieta. En su fuero interno, ellos, que son los que han dado siempre las órdenes ,se ven abocados a obedecer a un gobierno de sociatas y comunistas. Su mala suerte estriba en que muchos de los que los vemos y escuchamos sí sabemos lo que es una dictadura, sí sabemos que no estamos en una ahora mismo, y sí estamos dispuestos a defender  la democracia desde  el estado de derecho,  la justicia y la solidaridad.


Sed felices.

(Fotografía Juan Miguel Pardo Barrero. Calle Atocha durante los bombardeos de Madrid)

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