Durante algunos años de mi infancia asistí a un colegio de religiosas. En la escalera que subía a las aulas de primaria había un cuadro que representaba el busto de la Inmaculada Concepción de María, en su iconcografía más conocida, la de Murillo.Todas la niñas contamplábamos ese retrato con admiración, pues lejos de tener ese momento devoción, éramos pequeñas, nos atraía poderosamente esa efigie entre principesca y maternal.
En la capilla, sin embargo, se encontraba una imagen, que aunque las monjas nos decían que era de la misma persona, divina, pero persona, a la sazón María, la madre de Jesús, su aspecto era muy triste, con una lágrima perlada que le brotaba de uno de sus ojos. Era la Virgen de los Dolores, de luto riguroso por la muerte de su Hijo.
Bien, pues la sensación de ver hoy la portada de El Mundo ha sido la de estar conmplando una simbiosis de ambas advocaciones marianas: la Inmaculada Concepción Dolorosa de María. Pero en vez de la madre de Cristo´, la representada en la primera plana del periódico, es la presidenta de la Comunidad de Madrid, que ya ha subido a los altares hagiográficos de la imaginería de la derecha.
Supongo que al no haber habido procesiones en Semana Santa, el Partido Popular habrá pensado en montárselo por su parte y sacar de paseo este invento. Verdadaderamente, cuándo creíamos que Casado y sus disfraces habían agotado nuestra capacidad de asombro, aún se puede dar una vuelta de tuerca.
El significado simbólico de la portada está claro, digno del propio Panovsky: es un altar. Isabel Salvadora de almas de autónomos, bares y pequeños negocios; Isabel mártir de la izquierda y Pedro Sánchez; Isabel que nos lleva a todos los madrileños en el corazón cubierto por sus manos acogedoras. ¡Tela, marinera!
Es hora de dialogar, nos decimos los progresistas y ofrecemos diálogo. Los partidos de izquierda no deben hacer campañas señalando lo nefasto de la gestión de la pandemia en Madrid, tenemos que ser constructivos... Pero, ¿es posible resistirse ante la tamaña manipulación de esta portada? Porque, en el fondo, es una provocación distractoria que a sus palmeros conmoverá pero que resulta más falsa que la foto de Casado en el baño.
Por cierto, el entrecomillado quiere ser dramático, pero si cada semana un negocio cierra en Madrid, significa que han cerrado ocho, lo cual en estas circunstancias es milagroso y señala una resistencia sin precedentes en el sector. Nada si lo comparamos con los datos sanitarios de Madrid.
Madre mía, queridos, lectores, esto cada vez se parece más a un esperpento.
Madre mía, queridos, lectores, esto cada vez se parece más a un esperpento.
Es domingo, luce el sol, y seguimos caminando. Me quedo con eso.
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