Hoy, en Madrid, entramos en una nueva fase de desescalada. La llamada FASE 1, que nos va a permitir una de las cosas más deseadas: poder reunirnos las familias que desde hace dos meses nos vimos separadas por ese enorme abismo microscópico llamado COVID-19.
He hablado con amigas, con amigos, conocidos, y en algunos casos existe un cierto miedo a salir de casa. Por una parte me parece lógico, dado ciertas escenas que hemos podido ver estos días de atrás, en los que, a pesar de las recomendaciones sanitarias, muchos y muchas se lo han saltado a la torera. La verdad es que nos cuesta, nos cuesta, cumplir las normas.
No obstante, y siempre en mi opinión, y como casi todo en la vida, no debemos restringirnos a nosotros mismos la posibilidad de recobrar esa "nueva normalidad" porque otros tengan un comportamiento inadecuado. Si hemos llegado hasta aquí, tenemos que confiar en que podemos avanzar. En mi caso cumpliré con aquello que de mí depende, hasta ahí puedo llegar.
Entiendo que haya casos como el de un compañero que es transplantado, y cuya medicadión, los inmunodepresores, le ponen en mayor riesgo. Habrá personas en esta situación o con alguna otra patología, pero los que hemos llegado sanos (creemos, porque con es asintomatología no sabemos), los que hemos llegado, digo, tenemos que traspasar la barrera psicológica de eso que se llama síndrome de la cabaña.
No hace falta ser muy lumbreras, queridos lectores, para saber que aquellos que han vivido con más miedo al contagio, tendrán ahora más miedo a salir de ese espacio seguro que es el hogar. No obstante, tenemos una estrategia: ni culpabilizar ni sentirnos culpables por sentir una cierta angustia, si somos, por ejemplo, población de riesgo.
La sobreinformación tampoco ha ayudado. Tanta ha sido, y en ocasiones tan confusa que mucha gente asume esta desescalada con mucha desconfianza no solo hacia las demás personas, sino también hacia los responsables sanitarios y políticos. Entonces, no nos extrañe, que el miedo suplante a la necesidad de volver a relacionarnos.
No poder abrazar, ni besar, ni saludarnos... Encontrarnos sin los rostros queridos de los amigos y de la familia porque se encuentran ocultos tras una mascarilla no va a ser fácil, no...
Pero lo lograremos.
Sed felices.
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