domingo, 29 de septiembre de 2019

Aunque la casa se queme

Tengo que decir, sin falso orgullo, que provengo de una familia de mujeres de raza.  Perdonad, mis queridos lectores, si esta afirmación os suena un poco imperialista, pero no sé de qué otra manera definirlo. Mujeres que, a pesar de los reveses de la vida, han contado siempre con una resilencia grande, incluso cuando esa palabra, resilencia, no estaba de moda, y lo que se decía era  aguante.

Varias generaciones, con sus excepciones, claro, de abuelas, tías y primas que han sido capaces de reiventarse para seguir siendo ellas mismas, sin renunciar a valores y principios. Y eso no es nada fácil.

También, he de reconocerlo, tenemos un pequeño fallo, aunque para nosotras forma parte de nuestra manera de ser. Y es que, a pesar de los pesares, puede quemarse la casa, pero no dejamos salir el humo. No sé si esto es bueno o es malo, solo sé que es la manera con la que hemos decidido afrontar la vida, pensar que no se trata de lo que te pase, sino de qué manera haces el relato.

Algún día me deciré a escribir sobre ellas, sobre quienes en el día a día han sido unas heroínas que no han salido en los papeles, ni en la TV, pero que han contribuído en gran manera a señalarme cómo la decisión de ser o no feliz en la vida la tienes tú.

Por eso hoy, domingo primero de este otoño que se resiste a soltar el verano de la mano, he querido escribir este artículo, sino como homenaje - se queda sin duda corto- si como agradecimiento. Porque tras de mí están Leyre y Martina, y no encuentro mayor ilusión que ser para ellas lo que las mujeres que me antecedieron han sido: un ejemplo. Ójala que el día de mañana puedan recordarme como alguien de quien pudieron aprender alguna cosa, sencilla, pero que las ayude a hacer camino. Si es así, habrá valido la pena. Porque no importa que la casa se queme, no importa que no salga el humo... No hay mejor bombero que la fuerza interior, esa que te dice todos los días que aún queda esperanza.

Sed felices.

Dedicado a mis abuelas Rosa y Teresa, a mi tías  Mary Tere y Rosi, a mi prima Érika y a mi querida amiga María Jesús.




1 comentario: