domingo, 22 de julio de 2018

Vencer después de morir (Aznar y Casado)

"Estos treinta e seis reyes, los veinte e dos murieron en el campo;
vencílos sobre Valencia desque yo muerto encima de mi caballo".


De estos treinta y seis reyes, veintidós murieron en el campo;
los vencí en Valencia después de muerto encima de mi caballo.


(Epitafio épico del Cid. San Pedro de Cardeña. s.XIV )

En España somos muy de épica. Nos da igual que se trate de un cantar de gesta como de la final de la Champion League. Nos pierden las banderas, los lemas grandilocuentes y los salvadores de la patria, ( o del título deportivo de turno).

Bueno, tal vez no sean justo generalizar, y tampoco sea solo patrimonio nuestro, pero en muchos momentos, en ocasiones en que creemos haber perdido el rumbo, hemos girado la cabeza hacia quien pudiera, heróicamente, salvar la situación. Tanto es así, que no nos ha importado , incluso, allende otros tiempos, que los caudillos ganaran batallas aún muertos.

Pero -os preguntaréis- mis queridos lectores, ¿a dónde quiere llegar esta mujer? Pues, aunque os parezca que doy circunloquios, a una fácil conclusión: ayer, en el congreso del PP vimos la última victoria de un muerto. Porque el nuevo presidente de los populares no es más que el trasunto de quien muchos daban ya  como cadáver político: José María Aznar.

Baste con escuchar el discurso de agradecimiento tras su elección de Pablo Casado para que aquellos que por edad, la suficiente para recordar y no haber perdido la memoria, evocáramos las mismas palabras pero en otra voz.

"Somos el partido de la familia y de la vida, sin complejos", dijo el nuevo líder de la derecha, poniendo de manifiesto, nuevamente, los dos "pilares" fundamentales de su doctrina, que no de su ideología, doctrina que alimenta a los partidos más que conservadores europeos. Si Rivera (sin duda el más perjudicado) aspira a ser Macron, Casado se ha situado con dos pinceladas en la línea de Le Pen.

Y, repito, Aznar en la sombra, en el reflejo, como los reyes en el cuadro de Las Meninas, un tanto desdibujado, pero observando a su cachorro como ha roído el hueso , jaleado por el aparato  y los compromisarios en "diferido" del partido, que no ha digerido aún la moción de censura, y de la que han culpado, sin duda, a Santamaría.

Catorce años han pasado desde que José María Aznar, que como los jueces bíblicos, conversaba con Dios y le indicaba su misión redentora, eligiera a su sucesor a lo visigodo, quien le salió a todas luces ranas. Catorce años en los que se ha ído secando, cuasi momificando, pero que, cuando ha llegado el momento se ha subido a un caballo no llamado Babieca, sino Casado, para ganar esta última batalla.

Sed felices


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