Ésta es la frase tan
conocida (para algunos la única) de Mariano José de Larra, periodista y
escritor romántico que se pegó un tiro por amor (detalle que también
hace que sea conocido como su frase). Quizá para algunos sea una exageración o simplemente el fruto de unas
circunstancias espacio temporales propias de la España del siglo XIX,
en la que la mayoría de la ciudadanía era analfabeta. Años después (bastantes) el poeta Luis Cernuda apostilló,
ampliando el continente y el contenido: «En España escribir no es
llorar, es morir»
Vaya por
delante que el talante de estos escritores no se podía tildar de muy
positivo, pero no cabe duda de que ambos tuvieran su parte de razón.
Porque, y esto siempre me produce un gran asombro, somos un país que
presume de sus escritores ya muertos y ensalzados al Parnaso de las
Letras, mientras que los que producen su obra en la actualidad, talentos
a veces que acaban perdiéndose, sudan tinta china (o de tonner por
aquello de la impresora) para ver sus obras no solo publicadas ( la
autoedición es una opción tan buena como otras), sino tenidas en cuenta
por críticos y públicos.
Empieza abril, mes por antonomasia del libro, y en el que se
inician muchas Ferias del Libro, en las que veremos expuestos cientos y
cientos de ejemplares. Muchos personajes mediáticos aprovecharán el
tirón (bueno, ellos no, sus editoriales) para personarse y dedicar sus
obras. Otros escritores, más humildes, estaremos esperando el interés de
los lectores y en muchas ocasiones (lo que es una experiencia
maravillosa) charlando sobre nuestra literatura.
La realidad es tozuda y no se pueden poner puertas al monte. Que personajes mediáticos para quien "manos fantasmas" escriban libros que luego son best seller aparte de ser una triste
anécdota, no deja de ser, también, un reflejo de las circunstancias en
el que el oficio de escritor se valora. Por que una cosa es escribir y
otra ser escritor.
Hay mucho esfuerzo, conocimientos, aprendizaje, sensibilidad e
imaginación tras un buen libro. Las historias no nacen en las cunetas,
ni en los sembrados, sino dentro de la cabeza de hombres y mujeres que
han hecho de sus palabras instrumentos para que quienes las aman puedan
ser un poco más felices.
Por eso, mis queridos lectores, no debemos consentir que esas frases lapidarias de Larra y Cernuda se enquisten en el almario común. Escribir debe hacer «llorar», sí, pero de
emoción, o sentirse «morir», pero de placer. Ese ha sido y será el objetivo
de la buena literatura.
Feliz mes del Libro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario