Soy una persona que tiene poca tolerancia al calor. Se podría decir que, salvando aquellos aspectos incuestionables que hacen al verano apetecible, como son las vacaciones o la posibilidad de hacer vida en la calle, prefiero las estaciones frescas. Y si al calor le sumamos la presencia de esos insufrilbles insectos que son los mosquitos, pues ya apaga y vete.
En este momento en el que os estoy escribiendo, las gotas de sudor corren por mi frente y mi espalda gracias a la humedad que en las primeras horas del día suele impregnar el ambiente a la orilla del mar en Levante. Es fantástico comprobar el efecto "botijo", que hace que la capilaridad se abra y rezume como ese gracioso y popular recipiente. Y, también, mientras las palabras brotan del teclado tengo que reprimirme las ganas de rascarme las variadas picaduras que cubren mi bronceada piel, lo que hace que queden bastante disimuladas, pero haberlas, hailas.
Este año me había pertrechado contra esos infames engendros diabólicos como un marine: pulseras, lociones, enchufes, aerosoles... Pero como el que tiene tos y se rasca la barriga. Creo que la naturaleza mosquiteril ha desarrollado una tecnología capaz de neutralizar todas las invenciones humanas. Y eso, mis queridos lectores, abunda en mi teoría de que los mosquitos son extraterrestres reducidos por un rayo reductor, valga la redundancia, que nos van sometiendo a base de picores, preparando una futura invasión. No hace falta más que ver a los veraneantes en bañador y llenos de ronchas rojizas.
Ironías a parte , voy terminando esta entrada agosteña. No quiero daros la vara con mis penurias porque realmente son muy bien compensadas con el baño en el mar que me daré dentro de un momento, los paseos por la playa, los arroces ricos, ricos, los mojitos nocturnos y, sobre todo, por la posibilidad de disfrutar una año más del verano, a pesar de todo....
Sed felices!!!
En este momento en el que os estoy escribiendo, las gotas de sudor corren por mi frente y mi espalda gracias a la humedad que en las primeras horas del día suele impregnar el ambiente a la orilla del mar en Levante. Es fantástico comprobar el efecto "botijo", que hace que la capilaridad se abra y rezume como ese gracioso y popular recipiente. Y, también, mientras las palabras brotan del teclado tengo que reprimirme las ganas de rascarme las variadas picaduras que cubren mi bronceada piel, lo que hace que queden bastante disimuladas, pero haberlas, hailas.
Este año me había pertrechado contra esos infames engendros diabólicos como un marine: pulseras, lociones, enchufes, aerosoles... Pero como el que tiene tos y se rasca la barriga. Creo que la naturaleza mosquiteril ha desarrollado una tecnología capaz de neutralizar todas las invenciones humanas. Y eso, mis queridos lectores, abunda en mi teoría de que los mosquitos son extraterrestres reducidos por un rayo reductor, valga la redundancia, que nos van sometiendo a base de picores, preparando una futura invasión. No hace falta más que ver a los veraneantes en bañador y llenos de ronchas rojizas.
Ironías a parte , voy terminando esta entrada agosteña. No quiero daros la vara con mis penurias porque realmente son muy bien compensadas con el baño en el mar que me daré dentro de un momento, los paseos por la playa, los arroces ricos, ricos, los mojitos nocturnos y, sobre todo, por la posibilidad de disfrutar una año más del verano, a pesar de todo....
Sed felices!!!
Es que lo quieres todo ...., Jeje.
ResponderEliminarPor pedir que no quede ... jajaja
EliminarRecuerdo una canción que decía:
ResponderEliminar"pican, pican los mosquitos,
pican con gran disimulo,
unos pican en la cara y otros pican en el cu..."
¡Feliz finde!