No sé con cuántos jugadores de mus contaré entre mis lectores, pero para aquellos que no dominen este noble arte del naipe, el título de este post se refiere a aquel que pone todo su empeño en ganar la baza que menos puntos lleva, es decir aquella en la que debemos ligar las cartas con el valor más bajo.
Si bien es cierto que, en ocasiones muy concretas, te pueden servir para ganar el juego, cifrar la victoria ( a los pares casi siempre) en los "pitos" (ases y doses) o en cuatros o cincos , no suele dar muy buen rendimiento. Si los otros llevan cartas, no entrarán al envite o al órdago, y si no eres buen jugador se te habrá visto el plumero.
Ya sé, muchos pensaréis que a qué viene esta lección museística (de mus que no de museo). Pues a las reflexiones de esta humilde escritora a la que el sueño le ha abandonado al rayar el alba (cosas del calor).
Con esa costumbre mía de hacer analogías, a veces acertadas y otras un poco más traídas por los pelos, la jugada a chica del mus me ha parecido muy adecuada para meditar sobre la situación política actual, sobre todo en lo referente a Grecia y, en un vaivén un tanto disperso, en la situación de una persona muy cercana a mí.
En ambos casos les han ganado por la mano y porque los contrarios no han entrado al envite y mucho menos al órdago. Para qué, si se llevan la grande, los pares y el juego, y además de lejos les han visto las señas.
En el juego como en la vida, hay que saber jugar las cartas pero también cuando retirarse a tiempo. Saber esperar la ocasión propicia y no cortar con dos ases, un cuatro y un cinco cuando tu compañero va ciego, confiando en que los contrarios se van a tragar el farol.
Sed felices.
Si bien es cierto que, en ocasiones muy concretas, te pueden servir para ganar el juego, cifrar la victoria ( a los pares casi siempre) en los "pitos" (ases y doses) o en cuatros o cincos , no suele dar muy buen rendimiento. Si los otros llevan cartas, no entrarán al envite o al órdago, y si no eres buen jugador se te habrá visto el plumero.
Ya sé, muchos pensaréis que a qué viene esta lección museística (de mus que no de museo). Pues a las reflexiones de esta humilde escritora a la que el sueño le ha abandonado al rayar el alba (cosas del calor).
Con esa costumbre mía de hacer analogías, a veces acertadas y otras un poco más traídas por los pelos, la jugada a chica del mus me ha parecido muy adecuada para meditar sobre la situación política actual, sobre todo en lo referente a Grecia y, en un vaivén un tanto disperso, en la situación de una persona muy cercana a mí.
En ambos casos les han ganado por la mano y porque los contrarios no han entrado al envite y mucho menos al órdago. Para qué, si se llevan la grande, los pares y el juego, y además de lejos les han visto las señas.
En el juego como en la vida, hay que saber jugar las cartas pero también cuando retirarse a tiempo. Saber esperar la ocasión propicia y no cortar con dos ases, un cuatro y un cinco cuando tu compañero va ciego, confiando en que los contrarios se van a tragar el farol.
Sed felices.
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