miércoles, 1 de mayo de 2013

¿No son todos los días 1º de mayo?

Siguen las nubes dominando el firmamento en este día que estrena mayo, denominado por convención Día internacional del trabajo.
Hoy las calles se llenan de personas que reivindican derechos laborales que, en muchos casos, se han ido perdiendo en una hemorragía provocada por esta recesión económica que ya no es que ahogue, sino que nos sepulta.
El trabajo es un derecho y una obligación, dice nuestra Constitución. Ambos  se están conculcando, al menos, en más de seis millones de casos, último dato de desempleados de la EPA, mientras el gobierno asegura y jura por las pajitas de la cuna del niño Jesús que la economía va mejor, no sé si dentro del cinismo más absoluto o de la estupidez total, o, quizá, de ambas cosas. Lo dicen y lo redicen, pero no aportan pruebas por ninguna parte.
Se llama hoy a las manifestaciones. Acudirán los ciudadanos, se recogerán las imágenes, habrá danza y discrepancia de números de asistentes y...¿mañana?.
Tenemos un gobierno que hace dieciséis meses ganó por mayoría absoluta y que sigue creyendo que  eso le legitima para seguir haciendo "nada", o lo que es peor, tomar medias que nos hacen ir para atrás como los cangrejos, sumiso ante la presión europea y de los mercados; una oposición atada de pies y manos, sea cual sea el partido, por esa misma mayoría y que además es incapaz de asumir la responsabilidad de estar unida -me refiero a los partidos de izquierda-  ante aquellos a quienes dicen defender. Y un horizonte laboral de lo más negro.
No sé cuál es la solución, solo sé que el sufrimiento y la desesperación de tantos tienen que convertir todo los días en 1º de mayo, hasta  acabar con este disparate.
Quizá yo sea la siguiente...

Sed felices.



2 comentarios:

  1. Yo no creo que no estén haciendo nada. Yo creo, amiga mía, que esto está pero que muy orquestado. Una intención macabra de legalizar la precarización en el empleo, de imponer la voluntad a base de que no haya otro clavo ardiendo al que agarrarse, y así extirpar el orgullo del trabajador que consideran un cáncer.

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  2. Es cierto, amigo mío. Aunque creo que es un efecto vaivén, entre la apatía y la maldad , pero sobre todo la crueldad de una mentira tras otra.
    Un abrazo.

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