lunes, 27 de mayo de 2013

Yo soy Napoleón

Todos los días se aprende algo nuevo. Yo, hace poco, tuve la oportunidad de enterarme de que Napoleón sufría de un síndrome llamado de Omnipotencia de las ideas, que viene a ser, desde el punto de vista psicológico, un "o estás conmigo o estás contra mi". El especialista  hacía un paralelismo entre el emperador francés y el expresidente del gobierno español que a vuelto al candelero.

Parece ser que las personas aquejadas de este síndrome no entienden por qué son contrariados por aquellos que ellos colocaron  en posiciones de poder y que, en vez de ir besando el suelo que pisan, han determinado hacer de su capa un sayo, pues sus ideas, omnipotentes y acertadas, deben regir los pasos de los que le sucedieron (para ello les señaló con el dedo). Vamos, que en lenguaje de andar por casa, piensa que todos "le han salido rana".

La historia de nuestro país, y en general la del mundo, está cuajada de estos ejemplos. Franco, infausto dictador se fue de esta vida terrenal convencido de que todo estaba atado y bien atado, seguro de que su ideología se perpetuaria, el genocida nazi alemán Hitler, el comunista Stalin ...

No sé que es lo que pasa por la cabeza de estos gobernantes que les hace  caer en esta megalomanía de pensar que son ellos, solo ellos, los artífices del éxito. Claro, que en el caso de Aznar, atribuírselo es sencillo: no había más que vender las empresas públicas rentables- colocando a los amiguitos en los puestos directivos-, e ir jugando al Monopoly por todo el país, levantando casas sobrepreciadas que ahora no son más que viviendas huecas, fantasmas de un pasado de falsa prosperidad.

Se marchó colocando a un delfín de sangre fría, un sucesor descafeinado, que, después de siete años de desleal oposición, llega al gobierno demostrando falta de ideas, de recursos y sobre todo de sentido de estado, lo cual no es de extrañar, siendo heredero de quien es.

Paro, recesión económica y Aznar resucitando... ¿Quién da más?

Sed felices.



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