miércoles, 15 de mayo de 2013

Perder la cabeza

Siempre me gustó leer  la Historia Sagrada. Desde muy niña, por aquellos años sesenta y asistiendo a un colegio de monjas, la lectura de las Sagradas Escrituras era materia obligatoria. Pero lo que para muchas de mis compañeras suponía un castigo, para mi no. Mi imaginación quedaba atrapada en la parte del Antiguo testamento que me mostraba un mundo lleno de aventuras y de proezas. La imagen de Moisés abriendo las aguas del mar Rojo, Josué derrumbando las murallas de Jericó o de Sansón desplomando el templo de los filisteos, me producían una inmensa emoción.
Pero el episodio que más impronta dejó en la mente de aquella niña que era entonces fue el de Judith y Holofernes. Claro que yo por aquel entonces no entendía la carga sexual de la historia- las madres concepcionistas se encargaban de quitarle toda la pólvora-, pero si me asombraba la astucia de la viuda, que por salvar su ciudad, Betulia, se adentra en las filas de los asirios, asi como también me causaba estupor la torpeza y brutalidad del general de Nabucodonosor.
Años más tarde, a lo largo de mi carrera universitaria, tuve  la oportunidad de contemplar decenas de cuadros de los más variados pintores y de todas las épocas cuyo tema central era la escena que decribe la decapitación de Holofernes, pues este episodio que comento ha servido de inspiración, creo que por sus segundas lecturas, a muchos artistas. Y me siguió subyugando, ya con el valor añadido de la comprensión total de la causa de la debilidad del general.

Debo de señalar, llegado este punto, que, como muchos saben,  el asirio no es el único que pierde la cabeza en la Biblia por culpa de una fémina. Recordemos a Juan el Bautista, quien por rechazar a la pérfida Salomé acaba con su testa en una bandeja de plata....
En fin, que desde muy temprana edad, y todavía sin tacones, aprendí que un hombre puede perder la cabeza por una mujer por amor o por despecho... Y a veces textualmente.

Sed felices.

3 comentarios:

  1. Querida Elena, la Biblia, como tantos libros está llena de historias sugerentes, que engloban en sus argumentos el amor y la muerte, la crueldad y la belleza...
    perder la cabeza es también creer a pie juntillas en las convicciones propias, sin hacer caso de las circunstancias.
    No sólo se pierde la cabeza por una mujer, También por ideales que merecen la pena..
    En fin que andar sin cabeza es una posibilidad más de la existencia, nunca descartable...
    Un abrazo fuerte (y todavía con cabeza).

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  2. Querido José Luis, gracias por tu comentario tan acertado. Es cierto que, en muchas ocasiones, yo misma ando un tanto descabezada por proyectos e ideales. Y desde luego, también por algún amor perdí la cabeza...
    Besos.

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  3. Te gustó, me gustó, nos gustó leer la Historia Sagrada de pequeños porque era lo literario al alcance. Uno, de mayor, ha redescubierto la Biblia por ese lado fundamental literario (¿es que acaso hay otro?) a la par que todo lo que la historia de la narración, mis posibilidades y mis límites me han permitido.

    Sobre Caravaggio, una interpretación en danza y otra breve de mis letras:

    http://laantorchadekraus.blogspot.com.es/2013/05/caravaggio-en-manos-de-vladimir.html

    Saludable cabeza.

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