El cielo está azul. Un suave viento mece las ramas y enfría esta mañana de domingo en la que parece que no pasa nada. Sin embargo acabo de apagar la televisión removida por dentro con las imágenes de la guerra de Ucrania.
No hay peor sensación que la de la impotencia. Contemplar el llanto desgarrador de una madre porque le han matado a su hijo de año y medio me parte el alma, porque no sé que puedo hacer... Me gustaría abrazarla contra mi pecho, consolarla...
Llevo más de media vida dedicada al activismo político y me doy cuenta de que hemos fracasado, aunque nuestros fines sean nobles. Todo es demasiado inmenso, todo se me hace inabarcable e increíble. Empiezo a pensar que nunca habrá paz para los inocentes.
Tantas tragedias, tantas vidas y esperanzas truncadas. Cuando apensa vamos saliendo de la pandemia, aparece el otro jínete de la Apocalipsis con la cara de Vladimir Putin, cabalgando sobre misiles y amenazas nucleares.
Mientras escribo escucho la canción de "Dream, baby dream" de Bruce Springteen... Sueña, cariño, sueña... Tal vez es eso lo que nos queda. Intentar soñar en que todo pasará, en que volverán los días tranquilos, de sonrisas, de paz.
Se posa una paloma en el abeto que veo desde mi ventana. Se atusa las plumas y echa el vuelo. Es curioso, a mi alrededor y por un momento parece que no pasa nada, nada...
Me doy cuenta de que estoy llorando ahora, mis queridos lectores. Pero mis lágrimas no borran de mi mente a esa pobre madre a la que han arrebatado criminalmente a su pequeño. Lágrimas de impotencia y de dolor por la injusticia.
Y el tiempo de este domingo va pasando como si no pasara nada...
(c) Dibujo Elena Muñoz. "Mujer mirando el mar"/2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario