Recuerdo su sonrisa al arroparme bajo dos mantas, y su frase casi susurrada;
- Duérmete pronto , para que no te encuentren despierta...
Nadie me puede decir que los Reyes Magos no existen porque para mí son ese recuerdo de mi padre, la ilusión de mis hijos años más tarde, y , ahora, la sonrisa de mis nietos cuando abren sus regalos.
Y a pesar la tristeza que no deja de embargarnos por esta pandemia hemos de hacer el esfuerzo de impregnar de magia la Fiesta más bella de la año, aquella en la que, a través de los regalos, decimos a los demás que les queremos.
Es
bueno crear espacios de ilusión para los niños y para los adultos.
Para afrontar la realidad y madurar no hace falta comerse los hechos
crudos, duros y sin emociones que lo endulcen. La ilusión activa la imaginación y la creatividad y, ambas pueden aportar mucho a la vida
propia y ajena.
Recorda lustrar
los sueños para que brillen como el charol y esperar que en cada zapato
nos dejen también la generosidad de compartir la alegría y el
agradecimiento. Yo intentaré no tardar en dormirme, y soñaré con la sonrisa de mi padre en la noche de Reyes cuando era niña....
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