Es curioso como muchos de los recuerdos de nuestros episodios vitales son en blanco y negro. Para las nuevas generaciones esto es impensable porque los suyos no es que sean en color , sino en movimiento.
Hoy, 18 de julio, fecha ominosa en nuestra Historia patria por el levantamiento de los insurrectos franquistas, responde en mi historia familiar a la fecha de mi bautizo, inmediatamente previa a mi traslado al pueblo de Covaleda, en la provincia de Soria.Como muchos de vosotros sabéis, mis queridos lectores, yo soy nacida en el barrio madrileño de Chamberí, uno de los más castizos, y fui bautizada en la iglesia de Santa Teresa y Santa Isabel. Entonces a los bebés nos bautizaban bastante pronto, no sé si por miedo a la mortandad infantil. Esto conllevaba que las madres se encontraban en el periodo postparto denominado de cuarentena, y no era costumbre, o así por lo menos me lo contaron, que acudieran al bautizo. Pero la mía, que nunca se caracterizó por demasiado arrojo ni transgresión, en eso se plantó y estuvo conmigo (véase la foto).
Me vais a permitir que deje un testimonio de ese día que, a pesar de ser fecha non grata, si me hace recordara a tantos que ya se fueron. Un recuerdo en blanco y negro que tras tantos años transforma ese pequeño bulto entre mantillas que era yo en la mujer que os escribe. Un recuerdo en blanco y negro que evoca los colores del cariño y de la añoranza de quienes ese día, ese 18 de julio de 1959, veinte años después de terminar la Guerra Civil, se reunieron en la esperanza de celebrar una nueva vida, independientemente del sacramento a imprimir.
Mi abuelo Tomás, que fue mi padrino, mi abuela María Teresa mi madrina, tíos, primos, e incluso vecinos que seran considerados familia igual acudieron ese día. Rostros y nombres en esos inicios de mi vida que me ha traído hasta aquí.
Sed felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario