domingo, 25 de octubre de 2020

MANERAS DE TOMAR CAFÉ

 

 (UNA HISTORIA QUE PUEDE SER REAL ...O NO)

Pues venía yo para acá, en el metro, pensando en qué os iba a contar, mis queridos lectores, porque sé que es difícil hoy en día contar algo que cause cierta sorpresa o admiración, dadas las circunstancias que nos acontecen, en el que es más habitual que sea el niño el que muerda al perro que viceversa.

Bien, pues ya les digo que iba a paso ligero haciendo el transbordo desde la línea 9 a la 1 cuando un señor de buen aspecto, pelo cano y traje bien cortado me ha detenido con un “perdone, señorita”. Yo me he parado al instante, pues a mí edad que le cambien el señora por el señorita es un halago, sobre todo llevando mascarilla.

“Dígame, caballero”, he respondido igualmente con educación. “¿Le podría hacer una pregunta?”… Me he quedado un tanto indecisa, sobre todo porque dadas las circunstancias se me asemejaba que podría ser un comercial.

“Bueno, si no es muy complicada…Tengo un poco de prisa”. El caballero me ha mirado con cara circunspecta, como si la situación fuera la contraria y la pregunta anduviera más cercana a la física cuántica que a otra cosa.

“Mire, necesito que alguien ajeno a mi familia, a mis amigos, me responda, es ya algo vital para mí”. La verdad es que me ha dejado un poco agobiada, así que le  he dicho: “bueno, dígame”…

Ha cogido aire, como el que se lanza a una piscina sabiendo que el agua está fría y me ha preguntado: “¿A usted el café como le gusta, en taza o en vaso?”…

Os tengo que decir que me he quedado estupefacta. Por dos razones: una porque no me esperaba la pregunta, otra porque me había dado cuenta en un segundo de que la gran diferencia en la sociedad actual no es la política, ni la religión, ni que te guste o no Juego de tronos. Lo que abre un sima igual a la fosa de las Marianas es el tomar el café en taza o en vaso.

¿Qué hacer? ¿Debería contestar, arriesgándome a que fuera del otro sector?... Intenté de un vistazo buscar pistas, pero por desgracia los vasocafeteros y los tazacafeteros no nos diferenciamos externamente.

Vi que no tenía escapatoria. “¡Qué caray, dije, soy tazacafetera y no puedo renegar…” He plantado firmemente los pies en el suelo, me he erguido en toda mi estatura, que tampoco es mucha, y he dicho marcando las sílabas: EN-TA-ZA…

Entonces, su reacción ha sido todavía más inexplicable. Sus ojos se han llenado de lágrimas, una dulce sonrisa ha iluminado su cara y un  “usted también” ha salido como un susurro de sus labios.

Y como una revelación lo he comprendido.  Cada vez somos menos. Antes ibas a una cafetería y tenía que decir que lo querías en vaso,  después pasaron a  preguntar, al pedir un café, si en taza o en vaso. Ahora es al contrario. Si no lo específicas te ponen un vaso de caña de vidrio, que quema como los demonios los dedos al cogerlo y cuya estrecha boca te pega en la nariz, y hace que el líquido se te venga encima. Vasos uniformes, rayados por el lavaplatos, mates… Nada de tazas regordetas con su asa que te permiten cogerlas con elegancia, y cuyo amplio borde te deja tomar el líquido a pequeños sorbos. ¡Ah! Pero, me dicen, en el vaso cabe mejor la  porra o el churro… ¡Dios, habrase visto razonamiento semejante! Qué churro, o que porra o que niño muerto si a mí lo que me gusta es la tostada con mantequilla y mermelada.

En fin, para no cansaros más. Esta coincidencia de ser una especie casi en vías de extinción ha hecho que el caballero del metro, Faustino se llama, y yo hayamos quedado para vernos mañana a tomar café , cita que se irá repitiendo por distintos bares y cafeterías, reclutando para nuestra causa a quienes veamos tomarlo en taza.

A propósito, ustedes, ¿cómo toman el café?


 

 

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