
No soy una mujer muy supersticiosa, ni me gusta creer que los meses, los lugares o las personas pueden influir en nuestra vida. Además, como para conjurar esa negatividad novembrina mi hermano Fernando, el mayor de los chicos, nació tal día como hoy, el 11 de noviembre.
Es curioso como desde que el mundo es mundo ser humano ha sentido ciertos temores a aquello
que achaca a la mala suerte, o que no nos es favorecedor como menos, sin darnos cuenta de que nos movemos en convencionalismos que nosotros mismos nos hemos dado para justificar lo que nos sucede porque nos tiene que suceder.
No sé cuándo ni en qué mes me tocará marcharme, eso da igual. La única realidad es que llegará esa hora y entonces ya sean las hojas de los árboles verdes o amarillas, ya sople el viento o abrase el sol, mi único deseo es haber vivido la vida que he querido..., y queriendo.
Sed felices.
Buena,sensata e interesante reflexión. En mi casa tambien mi abuela y mi padre decian algo similar, pero ellos se fueron en primavera. Bueno el destino tiene la última palabra.
ResponderEliminarAsí es... Un abrazo.
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