domingo, 1 de abril de 2018

Siendo y estando

Retomo la dulce rutina de mi encuentro con vosotros, mis queridos lectores, ya en un  mes recién estrenado, en abril, aquel que lleva como apellido "aguas mil", aunque creo que este año su antecesor le ha robado algo de ese apodo.

Atrás quedan días junto al mar, ese mar que me da sosiego e inspiración, que siempre es el mismo,  y tan mutable al tiempo que descubro en cada instante  en él algo distinto.

En ese camino de tierra adentro y costa, para luego recorrerlo a la inversa siento que en mi nace siempre el sentimiento de nostalgia, por uno u otro lugar, o tal vez por la que soy allí o acá. Pienso que los lugares cambian a las personas, lo mismo que las personas se dejan llevar por aquellos lares en los que encuentran un nido, aunque solo sea pasajero. El paisaje, el entorno que me rodea. tiene una importancia primordial. Tal vez porque soy muy sensible a los cambios, aunque bastante "camaleón" para adaptarme a ellos.

Una prueba de lo que para mí suponen los escenarios lo dan mis novelas. En ellas los personajes son como son porque sienten los lugares en los desarrollan sus acciones. Y me gusta mucho que esos hombres y mujeres que habitan mis historias "sean" y "estén". De hecho, mis tres novelas (la tercera saldrá en el próximo septiembre) de Marta Nogales dan palmaria muestra de esto.

Yo sé que no soy la misma en Denia que en Rivas, (bueno en lo esencial sí, naturalmente), y eso me divierte. En mi caso hago más palmario ese juego de mi propia dualidad, de ese YO y esa ELLA que en nada tiene que ver (¿o sí?) con lo freudiano, pero que me permite seguir imaginando, sintiendo, pensando en ese ya archiconocido ir y venir al otro lado del espejo.

En fin, que ya de vuelta (o de ida), sigo siendo porque estoy aquí o allí, pero con mi alma abierta, siempre.

Sed felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario