domingo, 15 de abril de 2018

No hay salvación sin la palabra

Son curiosas las coincidencias, a veces, en el espacio y en el tiempo. Aunque en otras, más bien son, simplemente, causalidades.

Ayer 14 de abril, fecha para unos con ecos de libertad, y para otros como  mentar la bicha, tuve el honor de participar junto con otros poetas de Ediciones Vitruvio en el homenaje a León Felipe, en el 50º aniversario de su muerte.

El marco elegido fue la ciudad de Zamora, la bien cercada, que nos regaló una mañana de sol espléndida, paréntesis entre las borrascas que nos visitan un día sí y otro también.


Practicamente, casi a la misma hora, Mariano Rajoy se reunía con sus seguidores para hablar de Siria, de los presupuestos y de todo aquello que se ha de vender como bueno, aunque sea un disparate. Rajoy y León Felipe...

Muchos dirán, o quizá estemos de suerte y sean solo algunos, que la poesía es algo inútil y que de nada sirve vistos los grandes problemas de la humanidad. Como digo en mi poema Los poemas no cotizan en bolsa, la poesía es algo que sobra para los que el progreso se calcula en dividendos, en cifras, que ya da igual  sean en euros o en muertos por las bombas.

¿Por qué buscar en la palabra la salvación? Porque no hay salvación sin la palabra. Nada penetra más, ni empapa más, si somos capaces de abrir los poros y las neuronas, y dejar que nos cale.

Ayer, en ese parque que lleva su nombre, se oyó la voz de un poeta que con sus dedos silabeantes tocó los corazones de cada uno de los que estábamos allí, en una ceremonia casi sagrada. Palabras que, como los maravillosos arcos de la catedral zamorana, sustuvieron cada imagen, cada emoción, cada sentimiento, elevándolos sobre las miserias y la maldad humana.

Han pasado cincuenta años y la voz de León Felipe sigue fuerte en las gargantas de otros. Esas son las grandes personas, que en su humildad se fueron sin saberlo. Esas son las que hacen progresar a hombres y mujeres de bien, más allá del Ibex 35, de las falsedades con fecha electoral, y de todo lo que brota del dolor y la muerte.

Sed felices.



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