domingo, 18 de junio de 2017

No entiendo los anuncios

Hace tiempo que lo vengo diciendo: no entiendo ese mundo que nos ofrecen los anuncios publicitarios, sobre todo en estos últimos tiempos.

Empecemos por los de ciertas patologías: jamás  un hombre sufre de estreñimiento, al igual que una mujer nunca tendrá diarrea. Personas de edad medio tullidas se convierten en protagonistas de Dirty Dancing con solo untarse una pomada. De los geles de placer ya ni hablo...

Los hogares siempre se amueblar con objetos de esa marca que convalida el Camino de Santiago si logras salir de sus almacenes. Las madres compran dos barras de fuet para un regimiento y se asombran de que no dure ni un día; vamos ni el milagro de los panes y los peces.

Ya de los anuncios de limpieza ni hablo: como ejemplo  ponen baños y cocinas que son dignas del castillo de Mordor... Y qué decir  de los padres que para quitarle los temores al niño en su nuevo colegio se pone a jugar con guisantes, arroz  y granos de maíz. Ni te cuento como va a ser la factura del psicólogo.

Mi único consuelo son los anuncios de perfumes masculinos. De esos me gustan todos. No por nada, sino por que les encuentro una alta calidad estética y una muy buena realización... Bueno, la verdad es que los chicos que salen deben de ser de otra galaxia, porque en el metro no he visto ni uno.

Pues eso... No entiendo los anuncios...

Sed felices.

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