Tres microrrelatos para una noche especial. ¿Susto o muerte? O tal vez los dos...
LA MÁS BELLA
Nunca debía aceptar regalos de
desconocidos. Bien claro se lo habían dicho. Pero la manzana era tan roja y aparentaba ser tan jugosa que no se
resistió. Además, ¿por qué iba a temer a una pobre anciana, que la sonreía afablemente y además era su vecina, en la noche en que se regalan toda clase de golosinas?
Obtuvo la respuesta al primer mordisco. La garganta se le cerró como si un garfio que la atenazara el cuello. Sus pulmones se negaban a absorber el aire y todo comenzó a dar vueltas a su derredor.
Lo último que escucharon sus oídos, embotados por el veneno, fueron las palabras de la bruja, entrecortadas por su malvada risa.
- Ya no serás, niña, nunca más, la más bella del barrio. ¡Feliz Halloween!
Obtuvo la respuesta al primer mordisco. La garganta se le cerró como si un garfio que la atenazara el cuello. Sus pulmones se negaban a absorber el aire y todo comenzó a dar vueltas a su derredor.
Lo último que escucharon sus oídos, embotados por el veneno, fueron las palabras de la bruja, entrecortadas por su malvada risa.
- Ya no serás, niña, nunca más, la más bella del barrio. ¡Feliz Halloween!
UN TRABAJO
BIEN HECHO
Un clamor estruendoso como una tempestad inundó la plaza, que iluminada por el sol de mediodía, hervía con el gentío que había ocupado hasta los últimos rincones.
Era el 31 de octubre, la víspera de Todos los Santos.
Sobre el estrado un hombre fuerte, de hercúleos brazos, elevó las dos manos hacia el cielo en señal de triunfo. En una de ellas blandía el hacha; en la otra, chorreando sangre a borbotones, la cabeza de la bruja con los ojos todavía abiertos, que acababa de decapitar.
Le gustaba su oficio. Tras la capucha, el verdugo sonrió.
Era el 31 de octubre, la víspera de Todos los Santos.
Sobre el estrado un hombre fuerte, de hercúleos brazos, elevó las dos manos hacia el cielo en señal de triunfo. En una de ellas blandía el hacha; en la otra, chorreando sangre a borbotones, la cabeza de la bruja con los ojos todavía abiertos, que acababa de decapitar.
Le gustaba su oficio. Tras la capucha, el verdugo sonrió.
UN SIMPLE JUEGO
La voz del sacerdote se elevaba, con
gran esfuerzo, sobre los rugidos que provenían de la garganta hinchada del
joven endemoniado, que pocos días antes era un aplicadoe estudiante de ingeniería.
Cada gota de agua bendita que caía
sobre su cuerpo lacerado por mil llagas purulentas, le hacía retorcerse como una sanguijuela, mientras
con la lengua negruzca lamía el suelo como un perro, curvando su espalda en un
arco imposible que en otras circunstancias habría quebrado la columna
vertebral como una rama seca.
" Exorcizamus te, omnis immundus spiritus,omnis satanica potestas, omnis incursio infernalis adversarii ,omnis legio, omnis congregatio et secta diabolica Ergo perditionis venenum propinare... "
...Vade Satana, inventor et magister omnis fallaciae, hostis humanae salutis... " (*)
La batalla no había hecho más que comenzar, bien lo sabía el exorcista: una vez más el maldito Ouija, utilizado como un simple pero absurdo juego para la noche de Halloween, había abierto las puertas del Infierno.
" Exorcizamus te, omnis immundus spiritus,omnis satanica potestas, omnis incursio infernalis adversarii ,omnis legio, omnis congregatio et secta diabolica Ergo perditionis venenum propinare... "
...Vade Satana, inventor et magister omnis fallaciae, hostis humanae salutis... " (*)
La batalla no había hecho más que comenzar, bien lo sabía el exorcista: una vez más el maldito Ouija, utilizado como un simple pero absurdo juego para la noche de Halloween, había abierto las puertas del Infierno.
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