Hoy me he despertando recordando a mi abuela Rosa. Han venido a mi mente los abrazos y los gritos de alegría aquel día, que ya se me pierde en las brumas del tiempo. en el que celebramos la victoria del PSOE por primera vez tras la dictadura.
Bailamos por el pasillo ante el estupor de mi padre que no entendía cómo yo- su suegra ya portaba sus antecedentes republicanos y socialistas- podía haber votado a "los rojos". Desde entonces mi voto y mi labor en la política ha sido junto al Partido socialista obrero español, partido que representaba el valor añadido a mis valores. Por lo menos hasta ayer.
No es que, obviamente, renuncie a ser socialista. Eso en mí es imposible. Soy lo que soy y ya soy muy mayor para cambiar. Pero dudo, dudo mucho que ya encuentre en el PSOE aquello que yo creía que era. Ya, ya sé que hay muchos compañeros y compañeras que siguen estando en sintonía conmigo, pero la pregunta es ¿y de qué sirve?
Porque se han derrotado los principios democráticos, se han arrebatado los derechos a la militancia, y ha prevalecido el interés de unos pocos. Me llegan comentarios de un compañero valenciano tan estúpidos como que Pedro Sánchez estaba en negociaciones secretas con Podemos y los independentistas. ¿Y? ¿No era su obligación explorar las posibilidades para un gobierno de progreso? Además, uno de los verdugos, Ximo Puig, ¿no gobierna gracias a un partido del corte de Podemos?. Y García Page en Castilla La Mancha tres cuartos de lo mismo. ¿Cabe mayor absurdo?
Sigue en mi mente ese día del año 1982. Porque al dolor de la traición de esos diecisiete ( ¿para qué?) uno la desolación por la actuación de quien para mí fue un ejemplo de estadista, de político: Felipe González, factotum de esta sucia maniobra, emborrachado por el humo de los cohibas y el dinero de los consejos de administración, al que, "por consiguiente", me gustaría preguntar: ¿cuánto vale el honor de un partido?
Mucho ha de ser el precio puesto a la cabeza de Pedro Sánchez para que se le haya servido en bandeja de plata al Partido Popular y a Rajoy.
En fin, mis queridos lectores, no os quiero aburrir en esta mañana de otoño, de primer domingo de octubre, con mis cuitas.Como dice mi madre: "al tiempo le pedí tiempo y el tiempo tiempo me dió".Sigo mi camino. Tengo a mi familia, mi literatura, mi teatro y, por supuesto, a vosotros, que no sabéis cuánto valéis para mí.
Feliz día!
Bailamos por el pasillo ante el estupor de mi padre que no entendía cómo yo- su suegra ya portaba sus antecedentes republicanos y socialistas- podía haber votado a "los rojos". Desde entonces mi voto y mi labor en la política ha sido junto al Partido socialista obrero español, partido que representaba el valor añadido a mis valores. Por lo menos hasta ayer.
No es que, obviamente, renuncie a ser socialista. Eso en mí es imposible. Soy lo que soy y ya soy muy mayor para cambiar. Pero dudo, dudo mucho que ya encuentre en el PSOE aquello que yo creía que era. Ya, ya sé que hay muchos compañeros y compañeras que siguen estando en sintonía conmigo, pero la pregunta es ¿y de qué sirve?
Porque se han derrotado los principios democráticos, se han arrebatado los derechos a la militancia, y ha prevalecido el interés de unos pocos. Me llegan comentarios de un compañero valenciano tan estúpidos como que Pedro Sánchez estaba en negociaciones secretas con Podemos y los independentistas. ¿Y? ¿No era su obligación explorar las posibilidades para un gobierno de progreso? Además, uno de los verdugos, Ximo Puig, ¿no gobierna gracias a un partido del corte de Podemos?. Y García Page en Castilla La Mancha tres cuartos de lo mismo. ¿Cabe mayor absurdo?
Sigue en mi mente ese día del año 1982. Porque al dolor de la traición de esos diecisiete ( ¿para qué?) uno la desolación por la actuación de quien para mí fue un ejemplo de estadista, de político: Felipe González, factotum de esta sucia maniobra, emborrachado por el humo de los cohibas y el dinero de los consejos de administración, al que, "por consiguiente", me gustaría preguntar: ¿cuánto vale el honor de un partido?
Mucho ha de ser el precio puesto a la cabeza de Pedro Sánchez para que se le haya servido en bandeja de plata al Partido Popular y a Rajoy.
En fin, mis queridos lectores, no os quiero aburrir en esta mañana de otoño, de primer domingo de octubre, con mis cuitas.Como dice mi madre: "al tiempo le pedí tiempo y el tiempo tiempo me dió".Sigo mi camino. Tengo a mi familia, mi literatura, mi teatro y, por supuesto, a vosotros, que no sabéis cuánto valéis para mí.
Feliz día!
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