lunes, 5 de septiembre de 2016

Palomas

Como en una pesadilla guionizada y dirigida por Hitchcock en mi vida se han instalado unos pajarracos que me hacen el día a día imposible. No sé en qué momento llegaron ni cómo han ido tomado posiciones hasta acaparar tanto espacio vital, pero me tienen más allá de la peineta. Son en mi barrio una auténtica plaga.

Hoy he vuelto a coger el coche que tuve que aparcar, por imposibilidad de hacerlo en otra ubicación, justo debajo de un árbol. Los caireles de palominos que me encontrando churreteando toda la carrocería, que ha corroído en algunos sitios, una vez más  han sumado puntos a este odio visceral que ha ido creciendo dentro de mi hacia esas colúmbides.

Estas aves siempre han tenido buen predicamente. No en vano una de ellas  fue la elegida para traer la rama de olivo a Noé, signo de que las aguas se habían retirado tras los cuarenta días y las cuarenta noches de aguacero ( abro paréntesis para decir que ójala viniera ahora otro diluvio con este calor, cierro paréntesis), y de que la humanidad tendría otra oportunidad ypasando así esta iconografía a ser símbolo de la paz. Posteriormente, y en una carrera profesional meteórica, que ya quisieran muchos políticos, pasó a ser el símbolo de la tercera persona de la Santísima trinidad, apareciendo en variados e inspirados episodios evangélicos. Y qué decir de la castiza Virgen de la Paloma, tan querida por los madrileños ye cuyo honor muchas niñas y mujeres llevan el nombre de esta ave.

Pero a pesar de estos antecedentes y de su simbología tan áurea bajo mi punto de vista  no dejan de ser indeseables, y cada día más. Ahora, mientras os escribo, mis queridos lectores, hay una posada en el árbol frente a mí, mirándome desafiante a sabiendas que está ganando la partida: no hay forma de acabar con este tema. Incluso ha habido quienes a oír mi queja (argumentando yo también que son transmisoras de enfermedades) han llegado a decirme "que no tenga coche", que las palomas tienen derecho a cagar donde quieran.

En fin, esta tarde iré de nuevo a lavar el coche, la segunda vez en lo que va de mes. Al final no hay mal que por bien no venga a algunos, porque los lavaderos, gracias a estas alimañas, están haciendo su agosto los doce meses del año...

Sed felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario