domingo, 21 de septiembre de 2014

Elecciones en el horizonte: el que quiera peces...

Ya sabéis mis queridos lectores de mis vaivenes a un lado u otro del espejo. Y es que, aunque una cada vez se  encuentre mejor en ese mundo de la imaginación, la responsabilidad y sobre todo la coherencia entre como pienso y como actúo me lleva a permanecer  más de lo que yo quisiera en este lado de realidades a veces menos gratas pero igual de apasionantes.

Y es en esta mañana de domingo, instalada en este lado más prosaico, en donde me surge una reflexión. Nadie que me conoce duda de mi pasión por la política, y eso que en los últimos tiempos me lo están poniendo difícil. Asimismo los que están cerca de mi saben  que soy militante socialista, cosa que no oculto a pesar de los varapalos que una tiene que aguantar de derechas e izquierdas, nunca mejor dicho.Por ello, y con todo el respeto que creo se debe a quien no piensa lo mismo que una, los tiempos electorales que se avecinan abren un periodo en el que ya no vale decir que el río trae peces sino que hay que mojarse el culo para cogerlos.

No cabe duda de que la ciudadanía, en una proporción importante,  está alejada de los políticos, muchos de ellos enfangados en la corrupción y la incapacidad de llegar a soluciones.  Durante mucho tiempo el acceso a la política se ha visto, para algunos, como una solución a una situación personal y un empleo cuasi vitalicio, como si se hubieran ganado unas oposiciones. No importaba nada más que el puesto en que se colocaban o les colocaban, en un intercambio como de cromos de fútbol. No hay más que ver la confección de listas electorales: unos apoyando a otros en intrincadas madejas para colocarse y situarse contra viento y marea.

Pero los tiempos cambian y los ciudadanos con razón piden soluciones a los problemas y quieren que sus representantes democráticos respondan a una preparación, a un perfil, y sobre todo que lleguen no por los dedos "electorales" y el resultado de unas votaciones llevadas a cabo por los llamados "brazos de madera", a los que solo se les ve cuando se les pide por interés el apoyo de un "quítate tú para ponerme yo", sino porque son los más idóneos para ello.Es curioso que, al contrario que en otros puestos de menor responsabilidad, cuentan más los números que las neuronas.

El caso de Ana Botella es paradigmático. Llegar a alcaldesa solamente por ser quien era, sin saber ni por dónde cogerlo, sin saber hablar, sin tener ni idea de cómo comportarse en una rueda de prensa, torpe en su discurso y mantenida solamente por intereses personales. Hasta que ha roto por las costuras, para suerte de los madrileños, incluso los de su propio partido.


En fin, que en unos días se empezará la carrera de las candidaturas. Espero por el bien de los municipios, de las comunidades autónomas, por el bien de los ciudadanos que los partidos tengan la sensatez de elegir a los mejores, a aquellos que no les importa remangarse y mojarse como al resto de los mortales.

Sed felices.

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