miércoles, 10 de julio de 2013

Olores, aromas y verano.

Creo que ya he tenido ocasión de comentar acerca de mis paseos matutinos. Con este tiempo de verano salgo temprano, para aprovechar el fresquito de la mañana.  Tengo el inmenso placer de caminar por un paseo que me regala cientos de aromas: pinos, lavandas, madreselvas llenan el aire de fantásticas sensaciones para mi madrugadora nariz, que las absorbe y fija en la memoria.

¡Ah!, de vez en cuando, mi pituitaria tiene un encontronazo con algún olor, generalmente proviniente no de las plantas sino de  mamíferos de dos patas. Sé que este es un tema delicado, pues quizá haya quien lo tome como políticamente incorrecto, pero harta estoy de sufrirlo en silencio, como las hemorroides.

Porque, vamos a ver, excepto en casos muy concretos, todos tenemos agua corriente en casa y jabón como para lavarnos y lavar nuestra ropa. En los supermercados hay desodorantes por un euro- menos de lo que cuesta una cerveza. Entonces... ¿por qué hay gente tan cochina, que va esparciendo un olor tremendo a diestro y siniestro?. Y si tienes suerte de que te pille en una calle, vaya, pero como sea e en el metro, o en un cine o en un sitio cerrado ¡Dios! Estás perdida.

Vaya por delante que servidora tiene un olfato muy fino - me viene por parte de padre- pero es que hay algunos/as cuyos alerones huelen peor que una fábrica de celulosa- que es uno de lo olores peores que recuerdo. Y quizá mis percepciones olfativas sean exageradas, pero no soporto ese hedor aunque venga del mismiso George Cluny. Y por el contrario no hay nada que me ponga más que un hombre aseado y oliendo a Clavin Klein.

Señores y señoras guarrillos, hagan una obra de caridad y usen el agua para algo más que para beber. Piensen en lo placentero que es  que corra el líquido elemento  por sus cuerpos y luego el frescorcillo de la ropa limpia y el desodorante en sus sobacos, que les transportarán al trópico. Si no hacen por ustedes, háganlo por mi...


Sed felices

No hay comentarios:

Publicar un comentario