domingo, 3 de octubre de 2021

Como los árboles

 Se avecinan cambios. Los habituales cuando pasamos de estaciones: cambiamos el armario, cambia la climatología, se acortan los días... Son esos cambios a los que, más o menos, estamos acostumbrados. pero también se pueden dar mutaciones de otros tipos. 

Tengo que confesaros, mis queridos lectores, que soy una  mujer cambiante, pero como un árbol. Adoro las sorpresas, los retos, aquello que mata el aburriimiento de lo seguro, de lo que sabemos que, día tras día nos ocurrirá. Pero, también, necesito saber que mis raíces están firmemente arraigadas, que mi tronco es resistente. Así afronto no solo con valentía, sino con ilusión, los numerosos  cambios que en mi vida se han ido sucediendo.

Porque mis raíces son mi familia, aquella en la que me crié con mis padres, rodeada de hermanos, abuelos, primos... Festividades celebradas de casas en casa en la que se cantaba, se reía, se comía, eso siempre. Momentos duros en los que hacíamos piña y sabíamos que no estábamos solos. Raíces en las que aprendí valores y recibí cariño.

Mi tronco creció firme, flexible a los avatares, nutrido por el conocimiento, el amor y la solidaridad, que ha podido expandirse a través de mis hijos y mis nietos. Sobre él, mis ramas, que se abren, con hojas que van del verde al amarillo, pero que siempre tienen la esperanza de la siguiente primavera en donde volverán a brotar.

Sí, como un árbol me siento, quizá por ello me reconforte verlos desde  mi ventana, certezas mutables que me saludan como a una igual. Ambos sabemos que los cambios solo son hitos en el devenir de la vida, aquello que nos permite ser distintos para seguir siendo  los mismos.


Sed felices.

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