domingo, 14 de junio de 2020

Más que un problema político


La resaca que nos está dejando esta pandemia se parece bastante a la del vino cabezón: confusión y boca seca. A mí, además, una sequía literaria, a excepción de algún artículo como este, o comentarios en las redes sociales.

Redes sociales queestán que arden, preguntándose muchos si es que el pueblo, soberano por nuestra Constitución, no tiene memoria para saber qué es VOX, qué es el fascismo, ese carro al que también se ha apuntado en sus maneras el PP. En mi opinión no es un problema de memoria, ni tan siquiera político, es un problema de esta sociedad a la que hemos acostumbrado a creer todo lo que se dice sin contrastar, si supone escuchar las promesas que interesan aunque sean demagogias.


Está todo inventado. La fórmula sigue funcionando: búsquese chivos expiatorios, ya sean judíos, musulmanes, negros, migrantes, el 8M… Acúsense de todos los males que acontecen y  a esperar los votos.

En el fondo subyace la pérdida de valores tales como la solidaridad, la igualdad y la justicia, nublados bajo el lema de “ande yo caliente y ríase la gente”. El caldo de cultivo de la falta de formación, de la ignorancia democrática, de la educación para la ciudadanía comporta que cuando llega el momento de acudir a las urnas el resultado sea el que ahora vemos. Un partido cuyo único programa es el mismo cántico de la selección de fútbol: “soy español, español, español…”, que empuja a otro hacia el abismo de la inutilidad y la descalificación, en una época, no me cansaré de decirlo, queridos lectores, en unos momentos en los que más necesitamos la unidad.

Quiero ser optimista y pensar que de esta triste experiencia podremos encontrar una solución que frene, de una vez por todas, esta ola que ya lame las playas de los derechos sociales, que podemos perder si no somos capaces los progresistas de hacer una barrera democrática y obligar a quienes quieren acabar con el estado social a moderarse.

La democracia es como un diamante, dura y frágil  al mismo tiempo. Un arma que en buenas manos es capaz de hacer progresar a los pueblos, pero que también permite que en su nombre entren partidos como VOX en el Congreso, o que desde su tribuna se insulte y se lancen falsedades, aunque esto último no se debiera consentir, ni siquiera en aras de la tan traída y lleva libertad de expresión.

Ahora, más que nunca necesitamos que la sociedad civil tome protagonismo, siendo el caldo de cultivo de donde han de emerger de nuevo los valores del consenso y del pacto social. Dejar al albur de los que suceda cada cuatro años conlleva un alto riesgo, véase el ejemplo de lo acontecido estos cuatro meses, en los que mientras que muchos se debatían entre la vida y la muerte, otros intentaban acabar con el Gobierno salido de las urnas.

Es más que un problema político, nos jugamos una forma de sociedad justa, igual y solidaria.

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