domingo, 9 de junio de 2019

Los otros sentidos: deber, humor y oportunidad.

Desde pequeños nos enseñan cuáles son los cinco sentidos sensoriales, a través de los cuales podemos ver, oír, oler, gustar y tocar. Recuerdo todavía las ilustraciones de mi libro de Ciencias naturales, con los ojos, las orejas, la nariz, la lengua y la piel, órganos en los que se situaban los sentidos antes mencionados.

Con los años me he dado cuenta de que también hubiera sido muy importante que nos enseñaran otros tres sentidos, menos fáciles de ubicar, pero que son imprescindibles para caminar por la vida, haciéndola más fácil a los demás y a nosotros mismos.

El primero de ellos es el sentido de la oportunidad. Es esa capacidad que se ha de tener para decir o hacer en un momento determinado lo más adecuado y que, por desgracia, no tiene todo el mundo.  Seguramente, mis queridos lectores, habréis tenido que sufrir en ocasiones su carencia, lo que, normalmente suele producir bastante vergüenza ajena.  Ejemplos a porrillo: el que al enterarse que te van a operar te cuentan que un vecino suyo se quedó en la mesa de operaciones con una intervención similar; quien al ver tu coche nuevo te comenta que ese modelo o marca suele tener muchas averías; el que al regalarle tu nuevo libro en papel te comenta que el solo lee en e-book porque el papel es un estorbo.... 

El segundo sería lo que llamamos sentido del deber. Ya, ya sé que suena un poco marcial, pero no tiene por qué. Es simplemente la capacidad de saber lo que debemos de llevar a cabo , porque somos responsables y porque de ello dependen personas, proyectos, acciones. Este sentido lleva implícito el compromiso, algo que me da la impresión que está en desuso en una sociedad en la que no ya el fin justifica los medios, sino que los fines hacen buenos cualesquiera de las maneras de acceder a ellos, aunque haya que olvidar la lealtad, pilar fundamental de este sentido del deber, que evita apuñalar por la espalda.

Para finalizar me referiré al sentido del humor. Se suele decir que no hay manera de tomarse la vida más en serio que con humor, y estoy absolutamente de acuerdo. Caminar así por el mundo denota inteligencia y vitalidad, aunque no se ha de confundir con ser hiriente o con el sarcasmo, forma de ironía de quien no da mucho de sí y carece absolutamente de sentido del humor, y que por desgracia abunda más de lo habitual. No se trata de reírse de todo, sino de quitar el sentido trágico a la existencia, empezando por uno mismo.


Oportunidad, deber y humor... Sed felices.


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