domingo, 12 de febrero de 2017

El amor es eterno mientras dura

El próximo martes se celebra San Valentín, día por antonomasia dedicado al amor y a los enamorados.

Si eres, lector o lectora, de los que gustas regalar en este día, pues harás muy bien. Si, por el contrario, consideras esa conmemoración como un invento, al igual que otros, de la sociedad de consumo con el fin de aumentar las ventas de rosas rojas, cajas de bombones y reservas en restaurantes, pues también me parece perfecto. No seré yo la que critique ni una cosa ni la otra.

Mi reflexión de hoy no va en la línea de aprobar o no que haya un día dedicado a los enamorados, sino que con esa excusa comentar sobre la propia mitificación del amor. Ya, ya sé que muchos de vosotros habréis enarcado las cejas con cierto asombro. El amor, me refiero al de las parejas, es uno de los paradigmas de esta sociedad en la que, curiosamente, se consume con tanta rapidez como la llama de un fósforo.En nuestro país por cada diez matrimonios hay siete rupturas, llegando casi a los cien mil divorcios anuales.Sin embargo seguimos creyendo en la eternidad del amor, en el "felices para siempre".

Tal vez eso hubiera sido posible en el paraíso terrenal antes de la manzana, pero en la actualidad, rodeado el fuerte del amor romántico por los factores externos de los hijos, las hipotecas, la precariedad laboral o la familia- sí, que también a veces tiene lo suyo-,  es muy, pero muy complicado sobrevivir.

Pero, y yo creo que son los más importantes, también están los factores internos, aquellos propios de cada  miembro de la pareja y que por cuestiones de su propia historia vital, de su crecimiento hace  que poco a poco ese amor vaya mutando.En el mejor de los casos puede quedar una maravillosa amistad, una complicidad que no rompa la convivencia. En el peor de los escenarios llegará  la ruptura.

No quiero, mis queridos lectores, que penséis que soy una escéptica del amor, no. Es más, soy una enamorada de ese sentimiento que, además, alimenta muchos de mis poemas. Creo en el amor y cuando lo he sentido he sido la mujer más dichosa. Pero también soy consciente de que el amor es eterno mientras dura, una verdad de Perogrullo, que en su propia simpleza encierra la verdad más absoluta.

Sed felices!





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