sábado, 18 de julio de 2015

Pensando, pensando (IV)

Una nueva entrega, resumen de mis reflexiones matutinas con las que doy los buenos días en Facebook.



Todo encuentro literario entre el lector y el escritor es una cita a ciegas en la que ambos están deseando enamorarse.
 
Soy la suma de todas mis experiencias y la resta de todos mis miedos.

Nos preocupamos de ejercitar el cuerpo pero no tanto en ejercitar los sentimientos y las emociones. La poesía, la música, la pintura, la caricia, el beso son los mejores entrenadores personales de nuestro espíritu.
  
Las mentiras nadan en los ojos aunque las intentemos ahogar en las palabras.

La envidia es hija de la comparación y como ella igual de odiosa.
 
Siempre me asombra que me llamen escritora. Solo soy una mujer que escribe porque la vida se le queda demasiado estrecha.

El problema no son aquellos que entran o salen de nuestras vidas, sino los que se quedan en medio de la puerta estorbando.

La vida y yo tenemos un pacto: yo no me quejo de ella y ella no se queja de mí.

Decir te quiero libre y no decir te quiero mía: eso sí es amor.

El que tiene poco tiempo para los amigos acaba teniendo mucho tiempo y pocos amigos.

Reducir el amor a una simple reacción química del cerebro es condenar a muerte miles y miles de poemas. Siempre hay amor en las puestas de sol y en el corazón de los poetas.

Saber decir sin decir nada es todo un arte: nunca te podrán acusar de haberlo dicho.

Sed felices.

4 comentarios:

  1. Deliciosos ingredientes que alimentan a ese espíritu que se encuentra en el interior.
    Es cierto que nos ocupamos más de la apariencia externa y nos olvidamos de los sentimientos internos.
    Es una pena. Esas cosas tan valiosas que propones y que pasan desapercibidas a nuestro lado:
    Poesías, melodías, besos, abrazos, caricias...
    ¡Feliz semana!

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