Quiere rozar las nubes como esas altas palmeras que contempla.
Ve como se yerguen inmutables, se elevan buscando el viento que las envuelve, que mueve sus grandes hojas como alas de ángeles del paraíso y cimbrea su tronco en una danza sugerente.
Viven ajenas a lo que vive debajo. Gusanos, insectos que se arrastran bajo sus grandes copas. Y de los humanos, preocupados por todo lo mudable, aferrados al suelo y con miedo a volar en libertad.
Evocadoras de historia, de grandes civilizaciones, esos hermosos árboles se recortan en el horizonte con la misma elegancia con que adornaron los palacios de las Mil y unas noches. Banderas de esperanza para los caminantes perdidos en el desierto, señalando el oasis salvador.Sin perder la realidad del suelo que las sustenta, ascienden hacia la luz de sol y el infinito.
Por eso quiere rozar las nubes con sus dedos como esas altas palmeras que contempla. Quiere como ellas tocar el cielo.
Ve como se yerguen inmutables, se elevan buscando el viento que las envuelve, que mueve sus grandes hojas como alas de ángeles del paraíso y cimbrea su tronco en una danza sugerente.
Viven ajenas a lo que vive debajo. Gusanos, insectos que se arrastran bajo sus grandes copas. Y de los humanos, preocupados por todo lo mudable, aferrados al suelo y con miedo a volar en libertad.
Evocadoras de historia, de grandes civilizaciones, esos hermosos árboles se recortan en el horizonte con la misma elegancia con que adornaron los palacios de las Mil y unas noches. Banderas de esperanza para los caminantes perdidos en el desierto, señalando el oasis salvador.Sin perder la realidad del suelo que las sustenta, ascienden hacia la luz de sol y el infinito.
Por eso quiere rozar las nubes con sus dedos como esas altas palmeras que contempla. Quiere como ellas tocar el cielo.
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