Igual que las balizas en el mar,
marcando los límites de las aguas profundas, las partes que cubría su escueto bikini y que quedaban
reservadas de los rayos del sol, señalaban las zonas en las que sumergirse, quizá peligrosamente, arrastrado por la pasión.
Al contrario de lo que escuchaba
a algunos amigos y compañeros de trabajo, defensores de un bronceado uniforme, a él le excitaba contemplar esas áreas más claras,
casi blancas, ocultas a las miradas de
los demás mortales, y que contrastaban en gran manera con el resto
de su cuerpo color nogal.
A veces, en la oscuridad de la habitación, cuando
ella dormía, se quedaba observando como esas marcas relucían a la luz del
farol que penetraba por el ventanal, brillantes, reflectantes: dos semiconos
perfectos, que se elevaban, como helados de chocolate y nata coronados de
caramelo, al ritmo de su respiración. A
una cuarta de su ombligo, un triángulo marfileño, suave y terso, que como el de las Bermudas, era capaz de trasladarle
a otra dimensión. Y al girar su cuerpo, marcando
la frontera entre la curva de su espalda y sus bronceadas piernas, mostraba un
planisferio de albos continentes
divididos que le invitaba a descubrir sus territorios.
Todavía recuerda, a pesar de que el otoño ya está en el horizonte, las tardes de
verano, de siestas enredadas en juegos amorosos, con la brisa del mar
balanceando el visillo blanco en la alcoba, casi en penumbra para huir de calor,
y las noches de estío, amenizadas por el canto de los grillos y el sonido de las olas, en
las que sus dedos y su boca traspasaban esos límites marcados y se adentraban
en un mundo de deseos y promesas tan
ardientes como el sol que había dejado vírgenes las blancas señales en su cuerpo.
SEÑALES Y COLORES
ResponderEliminarAguas azuladas, rayos dorados..
cuerpos bronceados, negros, morenos, color nogal.
Las blancas señales de tu cuerpo habían sido tapadas por los colores veraniegos.
Y que te animé a descubrir...
EliminarBesos, Manuel