Termina agosto y llega septiembre que, a pesar de lo que parece, es un mes veraniego en sus tres cuartas partes, lo mismo que junio es primavera en la misma proporción. Pero el cuerpo ya se te vuelve de otoño, excepto para aquellos que inician ahora sus vacaciones, los menos y a los que felicito, que casi todos somos agosteños para estas lides.
Septiembre es un buen mes, un tanto engañoso en su nombre, pues indicando que es el séptimo, ocupa el noveno lugar en el calendario, y con regusto a segunda oportunidad, de la que saben muy bien los malos estudiantes.
Pero sobre todo es el mes de la vendimia, de las uvas maduras que servirán de alimento en nuestra mesa o de aquellas que, después del proceso milagroso de la fermentación, se transformarán en el precioso líquido que animará comidas, cenas, celebraciones y demás fastos, vestido de rojo o dorado.
Adoro las uvas, su sabor dulce, como las de moscatel, y esa sensación de crujido entre los dientes, cuando la piel explota y suelta el mosto en la punta de la lengua. Solas o con queso, o con unas migas manchegas, su sabor y su textura me encanta.
Bienvenido sea septiembre aunque solo sea por ofrecernos un fruto tan excelso como las uvas, deseado por emperadores y doncellas, que tras ser pisado, no solo no se siente humillado sino que, generoso, nos regala su sangre exquisita.
Por lo demás, seguiremos inmersos en este tedio y monotonía de un gobierno y de una economía, que sin ir de vendimia, están a por uvas.
Sed felices
Septiembre es un buen mes, un tanto engañoso en su nombre, pues indicando que es el séptimo, ocupa el noveno lugar en el calendario, y con regusto a segunda oportunidad, de la que saben muy bien los malos estudiantes.
Pero sobre todo es el mes de la vendimia, de las uvas maduras que servirán de alimento en nuestra mesa o de aquellas que, después del proceso milagroso de la fermentación, se transformarán en el precioso líquido que animará comidas, cenas, celebraciones y demás fastos, vestido de rojo o dorado.
Adoro las uvas, su sabor dulce, como las de moscatel, y esa sensación de crujido entre los dientes, cuando la piel explota y suelta el mosto en la punta de la lengua. Solas o con queso, o con unas migas manchegas, su sabor y su textura me encanta.
Bienvenido sea septiembre aunque solo sea por ofrecernos un fruto tan excelso como las uvas, deseado por emperadores y doncellas, que tras ser pisado, no solo no se siente humillado sino que, generoso, nos regala su sangre exquisita.
Sed felices
No hay comentarios:
Publicar un comentario