sábado, 22 de marzo de 2025

La guerra de mi abuela

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De pequeña mi abuela me hablaba de la Guerra. De un viaje hasta Valencia, un lugar que yo aún  no conocía, y a dónde les evacuaron  huyendo de las bombas que destrozaban  Madrid, nuestro Madrid.

Me hablaba de lentejas que había que limpiar, de condenas a muerte, conmutadas, y de Francia y Argelia, países que yo buscaba en el Atlas  recorriendo, con el dedo, los caminos de la huida y del exilio. Me hablaba de hambre y de miedo.

Una guerra entre hermanos, civil, la llamaba. Me contaba que fue un golpe de Estado contra el pueblo que votó  la república, mientras zurcía calcetines  y yo  jugaba con una caja de botones al calor del brasero.

 Mi madre, mis tías,  me decían que no preguntara tanto, que había cosas de las que no  se hablaba. Y yo no lo entendía, porque una guerra no se hace entre  hermanos— “a los hermanos se les quiere  y se les perdona”—  me explicaban, cuando yo protestaba de los míos. Tampoco la guerra la perdían los buenos. Eso nos contaban  en todas  las películas de sesión continua en el cine Quevedo. 

Pero está sí, esta de la que me hablaba  mi abuela, mientras cosía la ropa y esperaba  que llegara mi abuelo para hacer  la cena, la perdieron ellos, los que defendían la justicia, la igualdad, y  pan para todos  pero también libros.

Perdieron la guerra los obreros, los maestros, los poetas. Se llenaron de  tiros las tapias  del cementerio, las cunetas de desconocidos, y se marchitaron  las rosas.  De pequeña me hablaban de la guerra, pero siempre de puertas para adentro de la casa. Fuera, éramos los vencidos, y ahí mandaban los gloriosos vencedores de la épica cruzada. Misa los domingos, bandera roja y gualda, siempre ese grito de: ¡Viva  España!

Cuando era pequeña, mi  abuela me hablaba  de la guerra con los ojos nublados y en susurros. 

Ahora se habla de esa guerra falsamente, ensalzando a quien mantuvo un país  con la boca cosida por el miedo, mientras que los aliados de los golpistas lucían su ideología, como pasa ahora, llenos de odio y "patriotismo".

A menudo recuerdo a mi abuela, qué me diría ahora viendo tanta infamia y mentira, e imagino su voz y sus manos acariciándome: "no te rindas, mi niña, no te rindas..."

Hoy yo soy la abuela, y batallo otra guerra para no tener yo, también, que hablar a mis nietos con los ojos nublados y en susurros.


sábado, 8 de marzo de 2025

Haters y el 8M

 Hablar de estos especímenes que pululan en las redes un día como hoy, en el que reivindicamos los derechos de las mujeres puede parecer peculiar, pero no cabe duda que son esos derechos, que es el feminismo, una de las cuestiones que más soliviantan a esos seres cuyo objetivo en la vida es, ocultos tras un perfil anónimo o falso, o incluso simplemente mecánico, lanzarse a atacar  todo lo que les huele a reivindicaciones feministas.

Quiero compartir con vosotros y vosotras algunos datos que, quizá, estos involucionistas no conocen o se niegan a conocer. Mi bisabuela paterna, que era sombrerera, nacida en 1886, trabajó todos los días de la semana hasta que  consiguió librar los domingo. Mi abuela materna, nacida en 1908, comenzó a trabajar con once años en una fábrica de muñecas, fábrica que se incendió por las nulas medidas de seguridad, ocasionando bastantes víctimas, entre las que, afortunadamente no se encontraba mi abuela. Mi madre, nacida en 1935, tuvo que dejar de trabajar al casarse, porque la legislación franquista así lo ordenaba...

Quizá solo sean tres apuntes de mujeres de mi familia, pero lo suficientemente claros para darnos cuenta de que en ha transcurrido poco más un siglo y ha habido avances, no todos los que quisiéramos, pero que  en estos momentos vemos peligrar.

A lo largo de la Historia hemos sido las mujeres las víctimas de las dictaduras, del involucionismo, de ese temor de complejo de Edipo mal resuelto (con permiso del doctor Freud) de los hombres que temen el talento y el poder femenino porque se ven inferiores y mediocres. Y en su debilidad se sienten atacados y escupen bilis y odio, sentimientos que se ven acrecentados cuando además de ser mujer eres de izquierdas.

Este 8M es  muy importante, porque los haters no solo están en las Redes, sino al frente de los gobiernos más poderosos del mundo. Ahora como nunca la resistencia ha de ser absoluta, todas de la mano, con nuestros compañeros que están a nuestro lado y pelean con nosotras.

Hoy quiero recordar a esas mujeres que me antecedieron, y decir que por ellas seguiré adelante, al igual que  por mis nietas y nieto, para que puedan vivir en una sociedad justa, igualitaria y en paz.

FELIZ 8 DE MARZO.