No es la primera vez que me asomo a este blog para hablar de las tan queridas y al mismo tiempo temidas Redes Sociales. Lo digo con conocimiento de causa, porque soy asidua usuaria de ellas desde hace casi quince años.
Cuando llegó la crisis financiera que se llevó como un tsunami tantas pequeñas empresas, la mía no fue ajena a esta masacre. Tras veinticinco años, mucho trabajo y muchas ilusiones, tuve que cerrar mi centro de formación y reinventarme. Usé, en su momento, las redes para hablar largo y tendido.de ello.Curiosamente encontré en esa época con un curso de Marketing de bajo coste, en el que las RRSS tenían un protagonismo especial. Yo ya era usuaria de Facebook y había comenzado a escribir esta bitácora, pero ante mí se abrió un mundo de comunicación que me pareció fascinante.
Pasado el tiempo sigo siendo usuaria de estas redes, creo que de las más comunes: Instagram, TikTok, WhatsUpp y la ya mencionada Facebook. A través de ellas he conocido gente, he promocionado mis libros, mis poemas, mis escritos, he apoyado campañas electorales, felicitado y condolido... Pero también he recibo insultos, y he visto la cara más mezquina de la gente, escupiendo odio a través del anonimato. Eso es lo peor, ver cómo una herramienta que abre todo un universo de comunicación se pierde tras esa lluvia que se convierte en fango, de esas mentiras construidas a golpe de ratón, gestadas para destruir sin piedad.
Seguro que no digo nada que no sepáis, mis queridos lectores, pero a veces hay que repetir una y otra vez las mismas cosas, parece que se nos olvida que lo mismo que la carne es vulnerable a una bala o a una puñalada, el honor y la fama se desangra cuando los atraviesan esas malditas fakes news llenas de veneno.
Como tantas cosas creadas por la humanidad, las RRSS alegran la vida o la amargan. De nosotros dependen relativizar su importancia, que, creo, nunca pueden sustituir un abrazo, un beso físicamente dados, o una buena charla con una amiga ante un café.
Sed felices.
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