Creo que lo he repetido en bastantes ocasiones (muchas, me temo) que me gusta la Navidad, y además he dado las razones de esta afirmación. Lo que me parece que no os he contado, mis queridos lectores, es que, además, cuando era niña el día de Navidad se celebraba en mi familia dos veces.
Me explico: mi tía paterna, la única hermana de mi padre, se casó con un alemán, mi tío Manfred, que era de religión cristiano evangélica. Por eso a mis primas les traía los regalos el Niño Jesús la noche de Nochebuena. Al día siguiente, tras la comida de Navidad íbamos todos a casa de mi abuela (mis tíos y primas vivían con ella) a recoger nuestros paquetes y a merendar.
Nunca me cuestioné por qué a Marta y Erika (nuestras primas) les ponían los regalos alguien que no eran los Reyes Magos (Papá Noel no existía para nosotros más allá de las películas que venían de EEUU), y aceptábamos con naturalidad, alegría y gritos de júbilo, que ese pequeño Niño, supuestamente había nacido la noche anterior, se trasladaba en el espacio y el tiempo a colocar los regalos bajo el árbol del Navidad. Por cierto, que en mi casa, y creo que por influencia de mi tío, comenzamos también a poner el abeto (natural), aunque él lo adornaba de una manera preciosa, con lameta plateada y velas de verdad.
Echo de menos, a ratos, esas Fiestas en las que eramos niños. Todo parecía grande y lleno de una luz que creo provenía más de nuestra alegría que de una convención religiosa. Se cantaban villancicos en dos idiomas. En alemán:
O Tannenbaum, o Tannenbaum, wie treu sind deine Blätter!
Du grünst nicht nur zur Sommerzeit, nein, auch im Winter, wenn es schneit
Y también en español:
Pero mira como beben los peces en el río
pero mira como beben por ver a Dios nacido...
Para rematar el ágape la tarta de Navidad que nos regalaba el cocinero de la fábrica de la que mi tío era director, y que a pesar de lo llenos que estábamos de la noche anterior y de la comida de ese mismo día comíamos, porque siempre sabía riquísima.
De todos aquellos, la mayor que queda soy yo, que fui la segunda de las primas. Marta nos dejó, tan pronto, hace doce años. Tras de nosotros vuelven a ver niños y niñas, hombres y mujeres, dos generaciones ya, con otras costumbres, en otros tiempos; nietos y bisnietos de aquellos que celebraban esta fecha en dos idiomas junto al abeto.
Feliz Navidad,
Frohe Weihnachten