lunes, 15 de octubre de 2018

Nada sucede por casualidad

Hoy, lunes de octubre, tras unos días en el que la climatología ha demostrado que por mucha tecnología que tengamos las fuerzas naturales siempre dominan el centro del tablero, me siento ante el ordenador para llevar a cabo la grata tarea de comunicarme con vosotros, mis queridos lectores.

Veo los árboles desde mi ventana jaspeados de hojas ya anaranjadas, aunque el verde, todavía, es el color dominante. Paciencia,  nos queda otoño hasta diciembre (aunque la gente piense que ya entonces es invierno), tiempo más que suficiente para que las ramas se desnuden.El cielo está enladrillado (quién lo desenladrillará) y la temperatura ha descendido, enfriando el ambiente aún más, como si la tensión social no fuera suficiente.

No sé vosotros, mis queridos lectores, pero mi mente empieza a resentirse, dando síntomas de agotamiento. Soy incapaz de procesar tanta mentira, tanta difamación y tanta estupidez por minuto.

Claro, que podría tomar la decisión de aislarme del mundo, dedicarme a mi literatura que, seguro, me reportaría más calma. Pero como una es una mujer comprometida con la sociedad me toca todos los días bregar, como otras muchas personas de bien, con este tiempo extraño y áspero, lleno de dogmas, de lemas, de etiquetas,  de miedo, y muy falto de ideas y de solidaridad.

Porque hay día, os lo confieso, mis queridos lectores, que tiraría la toalla. Hay días en los que me pregunto para qué tanta empeño en hacer ver al que no quiere más que estar ciego, o llamar al que se hace el sordo, a pesar de mi empeño en que me escuche. Ya, ya, me diréis, como tantos que me quieren, que no me complique la vida, que estos son dos día, y que tengo un entorno que me debe bastar para ser feliz. Pues precisamente por eso creo que tengo la necesidad de implicarme. Porque soy una mujer afortunada que ha tenido muchas oportunidades y pienso que debo devolver lo que se me dió, y multiplicado. Así entiendo el progreso: partir desde uno mismo, de nuestra experiencia, de nuestra felicidad, de nuestro trabajo, para mejorar la vida los demás.

Por eso, cuando me cunde el desánimo pienso que alguien, hoy, espera que yo continúe, en una especie de Teoría del Caos  en la que nada sucede por casualidad, y haga algo que pueda mejorar su vida.

Sed felices.


2 comentarios:

  1. Defiende lo que crees y lucha por ello, el mundo está así porque la gente se mete o nos metemos en el caparazón y esperamos a que alguien haga algo...pero gracias a los nuestros antepasados luchadores hemos ido ganando étapas, así los que luchais teneis que seguir ahí para que los que vienen detrás se lo encuentren. Así que aupa.

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