Hoy 10 de diciembre se celebra el Día de los derechos humanos, conmemorando la fecha de 1948 en que Naciones Unidas firmó la declaración en la que se protegía la integridad y la dignidad de las personas.
No podemos negar que no se haya avanzado en este tiempo, sobre todo en lo que ha sido el eje transversal de la no discriminación y, fundamentalmente en occidente. Pero no cabe duda de que estos logros todavía están muy lejos de lo que sería necesario para empezar a sentirnos satisfechos.
Sabéis, mis queridos lectores, que no suelo ser pesimista, incluso cuando la realidad se me pone cuesta arriba. Pero no puedo por menos que echar de menos a mi alrededor mucho de ese espíritu que hace sesenta y nueve años inspiró dicha Declaración.
Baste darse una vuelta por las noticias para ver cuánto recorrido nos falta. Campos de refugiados a los que ya hemos dejado de mirar, hambrunas, guerras,violencia de género, terrorismo, falta de recursos, insolidaridad. No hace falta irse muy lejos para poder constatar que en más ocasiones de las deseables (o sea ninguna) se conculcan estos derechos, y lo que es peor, en nombre de la libertad.... Trump dixit, por ejemplo.
Pero también me preocupa la alegría con que se utilizan estos derechos fundamentales por ser humanos, para usos torticeros e individuales. Cómo se usan como escudos ante situaciones que en nada tienen que ver con su vulneración, si no como justificación de unos hechos que se catalogan por sí mismos.
En fin, mis queridos lectores, que a pesar de ello hoy es un día para conmemorar y reflexionar. Para pensar qué hacemos para proteger y no vulnerar esos derechos. Debemos ir más allá de una simple fecha, que si no, simplemente, se convierte en papel mojado.
Sed felices.
No podemos negar que no se haya avanzado en este tiempo, sobre todo en lo que ha sido el eje transversal de la no discriminación y, fundamentalmente en occidente. Pero no cabe duda de que estos logros todavía están muy lejos de lo que sería necesario para empezar a sentirnos satisfechos.
Sabéis, mis queridos lectores, que no suelo ser pesimista, incluso cuando la realidad se me pone cuesta arriba. Pero no puedo por menos que echar de menos a mi alrededor mucho de ese espíritu que hace sesenta y nueve años inspiró dicha Declaración.
Baste darse una vuelta por las noticias para ver cuánto recorrido nos falta. Campos de refugiados a los que ya hemos dejado de mirar, hambrunas, guerras,violencia de género, terrorismo, falta de recursos, insolidaridad. No hace falta irse muy lejos para poder constatar que en más ocasiones de las deseables (o sea ninguna) se conculcan estos derechos, y lo que es peor, en nombre de la libertad.... Trump dixit, por ejemplo.
Pero también me preocupa la alegría con que se utilizan estos derechos fundamentales por ser humanos, para usos torticeros e individuales. Cómo se usan como escudos ante situaciones que en nada tienen que ver con su vulneración, si no como justificación de unos hechos que se catalogan por sí mismos.
En fin, mis queridos lectores, que a pesar de ello hoy es un día para conmemorar y reflexionar. Para pensar qué hacemos para proteger y no vulnerar esos derechos. Debemos ir más allá de una simple fecha, que si no, simplemente, se convierte en papel mojado.
Sed felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario