Tengo la sensación de que somos capaces de tasar el precio de las cosas pero no así tanto su valor. Ya, ya sé que todos sabemos -o creemos saber- el valor de un abrazo, de la amistad, de una sonrisa, que es incalculable.
Yo me refiero al valor que tiene para algunos cosas que para otros es lo cotidiano. ¿Cuánto pan se va a la basura? ¿Cuántas luces dejamos encendidas? ¿Cuánta agua sale del grifo que se desperdicia? En estos días que el calor es sofocante cada vez que tomo un vaso fresco pienso en aquellos que no lo tienen y soy incapaz de abarcar en toda su magnitud lo que se puede sentir ante esa terrible carencia.
El ser humano ha sobrevivido como especie por ser la más cruel y egoísta de todas las que pueblan la Tierra.Esquilmamos, matamos, consumimos, extinguimos como si no hubiera a haber mañana. Hemos llegado a tales extremos que esquilmamos, matamos, consumimos y extinguimos hasta a los de nuestra propia especie olvidándonos del valor de algo tan fundamental como la dignidad y el valor que debe tener la vida humana.
En un enloquecedor ¡sálvese quien pueda! seguimos viendo como cada vez se exige más a los de abajo: se lo tritura, se les arrebata lo más básico mientras que aquellos que tienen la capacidad de decidir se decantan por ellos primero, solo ellos tienen derecho a salvarse del naufragio.
Mientras, en lo cotidiano, ya casi anestesiados por la desinformación y manipulación informativa, por el alpiste televisivo, por las consignas diluidas en el agua de la conformidad, damos el mismo valor a la subida o bajada de la Bolsa, a la final de la Copa de Europa o a cincuenta muertos en las aguas del Mediterráneo.
No sé... Creo que la Humanidad es un valor a la baja, tan a la baja que ya en muy pocos corazones es capaz de cotizar.
Sed felices.
Yo me refiero al valor que tiene para algunos cosas que para otros es lo cotidiano. ¿Cuánto pan se va a la basura? ¿Cuántas luces dejamos encendidas? ¿Cuánta agua sale del grifo que se desperdicia? En estos días que el calor es sofocante cada vez que tomo un vaso fresco pienso en aquellos que no lo tienen y soy incapaz de abarcar en toda su magnitud lo que se puede sentir ante esa terrible carencia.
El ser humano ha sobrevivido como especie por ser la más cruel y egoísta de todas las que pueblan la Tierra.Esquilmamos, matamos, consumimos, extinguimos como si no hubiera a haber mañana. Hemos llegado a tales extremos que esquilmamos, matamos, consumimos y extinguimos hasta a los de nuestra propia especie olvidándonos del valor de algo tan fundamental como la dignidad y el valor que debe tener la vida humana.
En un enloquecedor ¡sálvese quien pueda! seguimos viendo como cada vez se exige más a los de abajo: se lo tritura, se les arrebata lo más básico mientras que aquellos que tienen la capacidad de decidir se decantan por ellos primero, solo ellos tienen derecho a salvarse del naufragio.
Mientras, en lo cotidiano, ya casi anestesiados por la desinformación y manipulación informativa, por el alpiste televisivo, por las consignas diluidas en el agua de la conformidad, damos el mismo valor a la subida o bajada de la Bolsa, a la final de la Copa de Europa o a cincuenta muertos en las aguas del Mediterráneo.
No sé... Creo que la Humanidad es un valor a la baja, tan a la baja que ya en muy pocos corazones es capaz de cotizar.
Sed felices.
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