Dos microrrelatos para esta semana de que nos evocan el misterio y el terror. El primero es la reinvención de un cuento clásico. El segundo nos habla de un personaje legendario.
Espero que os gusten.
Espero que os gusten.
DESOBEDIENCIA
Sintió frío. La humedad le llegaba hasta el
tuétano del hueso. La luz del sol se perdía entre la espesura de la copas de
los pinos. Arrebujada en su capa aferró con fuerza la cesta en la que llevaba
las viandas. Mil ruidos se trenzaban con el viento, que ululaba entre las ramas de los árboles.
Tras un grueso tronco observó unos preciosos narcisos que, demasiado temprano, habían brotado a la orilla del riachuelo. A pesar de la advertencia machacona e insistente de su madre, abandonó el sendero. Fueron esas bellas flores lo último que vieron sus ojos. De la nada surgió un inmenso lobo que de una dentellada desgarró su tierna garganta.
La sangre de la joven se confundió con el rojo de la caperuza que ya formaba parte de su sudario.
EL
STRIGOI
Con el
último empujón y un desgarrador alarido su pequeña cabecita asomó al mundo
Un fuerte
tirón la partera le arrancó de las entrañas de su madre. Los dedos sarmentosos
de la mujer cortaron con un herrumbroso cuchillo el último vínculo que le unía
a ella. Entonces, como si el cordón alimentara también de vida a la mujer que le había alumbrado, ella lanzó un postrero estertor al separarles
, y murió.
La
comadrona le envolvió en unos viejos trapos y se lo entregó a su padre, quien
le cogió con aprensión, como se coge a un animal que creemos nos puede atacar. Le miró un momento. Luego depositándolo en un cesto, salió a la intemperie,
en dirección al monasterio que se recortaba contra la fría luz de la luna.
Al llegar
al portón el hombre depositó su carga en el escalón del dintel, tocando acto seguido la
campana para avisar a los frailes. Tuvo un segundo de arrepentimiento,
pero fue solo eso, un segundo. Se santiguó e inició el camino de regreso. Sabía
que había hecho lo correcto. Su hijo era el séptimo hijo del séptimo hijo,
concebido por un adulterio y había nacido maldito.
Era un strigoi, un vampiro.
Era un strigoi, un vampiro.
No conocia estos relatos. Genial, soy muy curiosa y me gusta aprender. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarBesitos
http://lafashionnalitee.blogspot.com.es/
De nada, Ana. Me alegra que te gusten mis relatos. Los publiqué hace un año en un suplemento cultural, El mirador literario. Luego volvieron a su cajón.
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