lunes, 14 de julio de 2014

El lado bueno de las cosas

Que el verano era época de relajo, de relentizar el ritmo de lo que en el resto del año parecía absorber toda la actividad era algo obvio.

Por eso, aquella mañana se levantó con el propósito de no hacer nada. ¿Nada? Esa palabra carecía de significado en su vocabulario. Desde que recordaba sus días, a excepción de aquellos en los que las enfermedades comunes habían sujetado su hiperactividad, siempre se habían llenado de acciones encaminadas unas veces a sacar adelante el trabajo, otras al ocio.

Unos días atrás, hablando con una persona cercana, ésta le confesaba que la envidiaba: "has conseguido hacer lo que te gusta". Esta afirmación no pudo por menos que hacerla reflexionar. ¿Realmente era así? ¿Había hecho siempre aquello que le apetecía en detrimento de su obligación? La conclusión fue que no.

Entonces- penso, dándo una vuelta más de tuerca-,  ¿por qué daba la sensación a  los demás de estar siempre disfrutando de todo lo que llevaba a cabo? La respuesta se abrió paso en su mente como una revelación: sin ella ser consciente, sin ella saberlo, siempre había intentado divertirse, encontrar el lado bueno de todo lo que hacía, hasta de los momentos difíciles.

Sí, quizá ese era el secreto: "si no puedes hacer lo que te gusta, consigue que te guste lo que hagas"..

Sed felices.

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