sábado, 19 de julio de 2014

Blanco y negro



¡Qué melancólicas son esas fotografías en blanco y negro!
 
Algunas, de tamaño diminuto con los bordes como de encaje perfilado con tijeritas de uñas, nutren albúmes o cajas de zapatos guardadas al fondo del armario y solo ven la luz en las fiestas familiares o cuando la nostalgia anida en el alma y los recuerdos necesitan pintar retratos. 
 
Otras grandes,  diplomas concedidos a quienes se casaron o hicieron la comunión, y que, serios y solemnes, miran al fotógrafo desde sus marcos de plata envejecida. Vestidos de raso, tules, chaqués o chorreras de almirante se asoman a esas ventanas del pasado bicolor que significaron entonces  futuros felices llenos de promesas, algunas luego incumplidas.
 
Muchas ya  no tienen nombres que poner a las caras, a los paisajes, pues quienes lo sabían sólo son  una foto más, llena de melancolía, en blanco y negro.
 
(*)La fotografía corresponde a la boda de los padres de la autora hace 55 años. 
 

4 comentarios:

  1. no sabría expresarlo mejor,has conmovido mi alma poetica

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  2. Sí, en blanco y negro, y no digamos ya en sepia.
    Por cierto, me has hecho acordarme de García Márquez por el tema de la segunda muerte, la del olvido, tan bien ejemplificado con los Buendía.

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  3. Fotos que nos evocan tiempos de felicidad de los protagonistas de las mismas... Solemos fotografiar los buenos momentos, las reuniones esperadas, el encuentro con los amigos y seres queridos, las celebraciones, los viajes... Siempre me gustaba revolver esas cajas llenas de fotografías de mi madre...

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  4. Os agradezco a todos vuestros comentarios, queridos amigos. Un abrazo.

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