Blanco y negro
¡Qué melancólicas son esas
fotografías en blanco y negro!
Algunas, de tamaño diminuto con
los bordes como de encaje perfilado con tijeritas de uñas, nutren albúmes o cajas de zapatos guardadas al fondo del armario y solo ven la luz en las fiestas familiares o cuando la nostalgia anida en el alma y los recuerdos necesitan pintar retratos.
Otras grandes, diplomas concedidos a quienes se casaron o
hicieron la comunión, y que, serios y solemnes, miran al fotógrafo desde sus
marcos de plata envejecida. Vestidos de raso, tules, chaqués o chorreras de almirante se asoman a esas ventanas del pasado bicolor que significaron entonces futuros felices llenos de promesas, algunas luego incumplidas.
Muchas ya no tienen nombres que poner a las caras, a
los paisajes, pues quienes lo sabían sólo son una foto más, llena de melancolía, en
blanco y negro.
(*)La fotografía corresponde a la boda de los padres de la autora hace 55 años.
no sabría expresarlo mejor,has conmovido mi alma poetica
ResponderEliminarSí, en blanco y negro, y no digamos ya en sepia.
ResponderEliminarPor cierto, me has hecho acordarme de García Márquez por el tema de la segunda muerte, la del olvido, tan bien ejemplificado con los Buendía.
Fotos que nos evocan tiempos de felicidad de los protagonistas de las mismas... Solemos fotografiar los buenos momentos, las reuniones esperadas, el encuentro con los amigos y seres queridos, las celebraciones, los viajes... Siempre me gustaba revolver esas cajas llenas de fotografías de mi madre...
ResponderEliminarOs agradezco a todos vuestros comentarios, queridos amigos. Un abrazo.
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