sábado, 11 de julio de 2020

Diez años sobre mis tacones.

Ya han pasado diez años desde que comencé esta andadura de bloguera, diez años desde que decidí un día abrirme a esta ventana al mundo que son las redes sociales.
Han sido unos años plenos de luces y sombras. En este mes de julio echaba el cierre a mi empresa de formación, tras veintidós años, a la que la crisis económica de 2008 dejó sin oxígeno. Tras veintidós años me vi sin trabajo, con una edad bastante complicada, y con la necesidad de reiventarme. No tardé ni un mes en encontrar la razón para seguir adelante. El 6 de agosto venía al mundo mi primera nieta, Leyre. Ese pequeño ser fue la gran razón para que no me rindiera.

Había dedicado más de veinte años a la enseñanza, a la formación, y tenía que encontrar nuevamente el camino. Entonces no me pregunté "qué quiero hacer", sino "qué soy". Me contesté a mí misma que una buena comunicadora. Me sumergí en el mundo de la comunicación, del marketing de contenidos, de la organización de eventos... Y sobreviví, además con un valor añadido de disponer del tiempo de una manera más libre, lo que me permitió dedicarme con más intensidad al mundo de la literatura. Tres novelas, tres libros de poemas, una novela juvenil y un libro de relatos atestiguan que han sido estos años bien aprovechados.

Sin duda que la sombra más profunda y alargada ha sido la pérdida de mis padres en este tiempo. No por mayor que una sea deja de echarles muy de menos cada día, y continúan presentes en mi corazón como si siguieran conmigo. Pero la luz también me ha acompañado y regalado otros dos preciosos nietos, Martina y Adrián, que colman mi felicidad y mi "abuelería".

Hoy es el día después de mi nombramiento como concejala de Desarrollo económico y empleo de la ciudad en donde resido, Rivas. Un reto que me emociona, porque he vivido desde el otro lado la gestión de la empresa, de los comercios, de la pérdida del empleo y el esfuerzo de ganarse la vida día a día. Pienso que es un gran broche a esta década en la que la vida de ha ido señalando que todo depende de cómo te la cuentes.

Estoy sentada frente al ordenador, mis queridos lectores, y me vuelvo hacer la misma pregunta: ¿qué soy? Sí, sigo siendo una buena comunicadora, no lo voy a negar, pero creo que tras estos años puedo decir que soy una persona con menos miedos, con menos ambiciones, pero con mucho más convencimiento de que un fracaso no es más que un mal ensayo y que de los errores se aprende sino abandonas.

No sé si podré seguir escribiendo con la asiduidad que lo he hizo haciendo en este tiempo, pero lo voy a intentar. No quiero bajar de estos tacones que me han permitido caminar y llegar a hasta aquí.

Sed felices.


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